Es una tragedia ambiental. El hundimiento de la plataforma petrolera Deepwater Horizon de la empresa contratista de British Petroleum, Transocean, amenaza con ser el peor en la historia de EE.UU., aun más grave que el provocado por el hundimiento del gigante barco Exxon Valdez.
El presidente estadounidense Barack Obama ordenó suspender toda operación hidrocarburífera en la zona hasta determinar las causas del derrame.
La crisis ocasiona graves pérdidas a la industria pesquera, pero la peor consecuencia es la amenaza a la vida natural. La plataforma marina, moluscos de alto valor para el consumo humano, delfines, tortugas y peces de distintas especies y hasta aves podrían ser las víctimas de la catástrofe.
Para recuperar la condición actual tendría que pasar al menos un siglo.
La empresa británica ha asumido el coste de la gigante operación y tanto ella como la contratista Transocean están dispuestas a afrontar las millonarias demandas que sobrevendrán. Se estima que la tragedia ambiental costará al menos USD 3 000 millones. Los métodos de lucha son rudimentarios: barreras, quema de petróleo con impacto a la atmósfera, y hasta la colocación de una cámara de hierro en 90 días para que cese el derrame.
Mientras Obama acusa el desgaste político -curiosamente los de su propio partido, el Demócrata, son más críticos que los republicanos- lo que ocurre en el golfo de México puede servir de espejo para tomar todos los recaudos en un país como el nuestro.
En medio de una naturaleza frágil, con explotación petrolera en zonas protegidas y vulnerables, hay que tomar todas las precauciones para evitar los desastres ambientales de los que, por lo visto, ni el Primer Mundo está a salvo.