Tal como ha ocurrido en los últimos años, el estrecho margen entre unos y otros partidos caracterizó a las elecciones griegas de ayer. Tras el empate del 6 de mayo, se realizaron nuevas elecciones y venció sin mayoría el partido Nueva Democracia. Antonio Samaras formará gobierno pero deberá contar con Pasok, el partido socialdemócrata. Ambas fuerzas que formarían coalición han gobernado Grecia durante los últimos años y lo llevaron a la crisis.
El reto de Samaras será lograr un ajuste fiscal para cumplir con las exigencias europeas y hacer frente a la oposición de Syriza, el partido de izquierda que lidera Alexis Tsipras, con cuya opción Grecia seguramente podría haber salido del euro. Samaras y Nueva Democracia se proponen no abandonar el euro.
La falta de una clara mayoría ilustra un panorama que preocupa cada vez más a Europa. Un rescate económico gigantesco no resultó suficiente para sacar a Grecia de la crisis, que se explica por el sobreendeudamiento del país para la realización de los juegos olímpicos y el mantenimiento de ayudas sociales a costa de un alto gasto fiscal que el último año no se pudo sostener. Para Europa, la crisis griega -seguida de los problemas de Irlanda, Portugal e Italia y el último impacto de la crisis española- supone riesgos tremendos. Buena parte de las deudas de esos países se adquirió con bancos alemanes y franceses y el riesgo sistémico y el posible efecto contagio amenazan severamente la permanencia misma del euro. En Bruselas, sede de la UE, se sigue con atención a Grecia. Los expertos atribuyen la inestabilidad de los mercados a la crisis helena. Este nuevo resultado electoral es un reto para la gobernabilidad griega, cuyos episodios serán seguidos con atención en todo el mundo.