La Asamblea Nacional del Poder Popular (ente legislativo) acató la idea del presidente Raúl Castro de incentivar por todas las formas la inversión extranjera en distintas líneas.
Este proceso empezó desde la caída del Muro de Berlín y la Perestroika, con la eliminación de la ayuda soviética por la vía de los subsidios que recibió la revolución desde el inicio socialista.
La apertura inicial hacia inversiones europeas en turismo marcó una primera etapa que consecutivamente fue seguida de una relación más estrecha con la China Popular y luego en una alianza con el Régimen venezolano de Hugo Chávez, que le suministra petróleo.
Cuba vive desde 1959 un sistema de partido único sin libertad política, con medios de comunicación en manos del Estado o del aparato del Partido Comunista, un control de los medios de producción y una economía central planificada. La Ley exime de impuestos durante 8 años a las inversiones extranjeras que en una primera etapa, en 1995, contemplaba el 30% de impuestos.
El Estado socialista hará gozar de incentivos tributarios a los inversionistas, cuando, en países de apertura a la economía de mercado como el nuestro, se aplican tasas impositivas a la salida de capital .
Pero el contrasentido filosófico, como en otras economías comunistas, es que se llama al capital extranjero execrado en años pasados pero se mantiene un régimen sin libertades y de partido único. Todo para perpetuarse en el poder y obtener recursos que sostengan el sistema.