La noticia se refiere a un cabecilla de una banda de crimen organizado conocida como Los Rastrojos. La captura se produjo como consecuencia de un importante operativo policial. La detención de Juan Carlos Calle ilustra la gravedad de un hecho que se ha venido denunciando con fuerza: el crimen organizado tiene sus tentáculos en Ecuador.
La Policía captura cargamentos, ha impedido la salida de hasta tres submarinos adecuados para transportar droga. Varios capos de distintos carteles mundiales han sido detenidos en el país.
Estas bandas trafican con droga, contrabandean armas, secuestran, instauran el terror a través de mecanismos de préstamos al chulco y manejan bandas de sicarios. El país sabe bien esta dura realidad. No se trata de noticias infladas.
La inseguridad es el principal problema de los ecuatorianos de todos los niveles socioeconómicos. En los ámbitos populares el crimen causa más estragos. Por eso la sociedad debe fortalecerse. La quiebra institucional, la ruptura de las bases que forman un Estado de derecho son peligrosas.
Las Fuerzas Armadas advertían, en voz del personero más alto del Ejército en su día clásico, la debilidad institucional y los riesgos para la sociedad del narcotráfico y el crimen organizado. El mensaje, aunque incómodo políticamente, se viene escuchando de boca de otros personeros del Estado.La captura del capo mafioso solo ilustra que la advertencia tiene una base fuerte en la realidad y que minimizarla desde el poder político o intentar reducir sus efectos mostrándolo como un fenómeno sobredimensionado por la cobertura periodística no soluciona, solo oculta, el problema. La sociedad, empezando por su dirigencia política, debe tomar el toro por los cuernos.