La equidad en una campaña electoral siempre es deseable. Las normas de control pueden, empero, ser asfixiantes.
El Código de la Democracia estableció parámetros de pautaje publicitario de partidos, movimientos y candidatos.
Las franjas electorales son tan exactas que cortan los programas radiales y televisivos con mucho rigor.
Normar y controlar la publicidad siempre será sano si se lo hace con equilibrio, sin preferencias y sin que la autoridad se haga de la vista gorda.
Al inicio de la campaña, Concertación denunció que sus cuñas no fueron aceptadas en un canal de los incautados y que controla el Gobierno. Mal.
Otro tema que la autoridad no puede dejar pasar es el empleo de recursos públicos (nacionales y seccionales) en la campaña y el uso de espacios televisivos, cadenas -e incluso celebraciones como la de AP , con presencia de candidatos – con contenidos políticos que incluyen ataques y críticas, lo que ha sido recurrente en estos años.
La Corporación Participación Ciudadana -ente privado que no debe confundirse con el Consejo estatal- hace un monitoreo valioso con los mensajes de candidatos, contenidos y tiempo de aire en varios canales de televisión. Es sin duda una guía valiosa. En cuanto a su contenido, ya hay comentarios sobre el uso de niños en algún spot, tema que debiera observar la autoridad.
Esta vez la campaña sucia, la propaganda y contra propaganda corren por las redes sociales a placer. Ser cautos.