EL CONTROL DE LA ASAMBLEA

Como ningún Régimen siquiera lo soñó, al menos desde el retorno de los gobiernos civiles en 1979, la concentración de poder manifiesta en las funciones del Estado se expresa en la dirección de la Asamblea Nacional de forma categórica. Las tres legisladoras que ocupan la Presidencia y las vicepresidencias son de Alianza País; dos de ellas proceden directamente del Poder Ejecutivo (Gobernadora y Ministra) y la tercera fue parlamentaria en dos períodos. Por ahora el Consejo Administrativo de la Legislatura tiene a otro militante del movimiento oficialista y a una exponente de una fuerza aliada.

Hoy se deberá aprobar la composición de las comisiones y sus presidencias y todo parece indicar que esas funciones serán copadas enteramente por el movimiento País.

La oposición empezó a sentir los rigores del control total. Un polémico legislador opositor reelecto, a quien le levantaron la inmunidad, no pudo hablar. La Presidenta le cortó la palabra por sus expresiones críticas con el Gobierno. Dicha conducta muestra la falta de cultura democrática sin la cual la convivencia civilizada en un país diverso sería imposible.

Un legislador gobiernista dijo que ya que no requieren de los votos de los opositores. Pero más allá de la contundencia del bloque oficial potenciada por el método D'Hondt, el riesgo del poder concentrado es que es poco democrático. Los peligros de la falta de fiscalización acechan.

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