A CONTRAVÍA DE LA HISTORIA

Las reuniones bilaterales entre los cancilleres de Cuba y Ecuador hablan de temas importantes como la salud, el comercio, la cooperación y hasta la integración regional.

No se pueden negar, ni falta hace, los vínculos tradicionales de Cuba y Ecuador, las relaciones de varios gobiernos de distinto signo político de nuestro país con la única tendencia que domina el espectro de la isla desde 1959 cuando triunfó la revolución.

Sin embargo y en las actuales circunstancias el mundo camina con otros derroteros. La política exterior del país, cuya conducción pertenece al Gobierno, merece apertura comercial, establecer nuevos mercados para nuestros productos, abrirse a grandes grupos de países que permitan fortalecer nuestras exportaciones. Lamentablemente, los pasos dados no son los más aconsejables. El Mercosur, por ejemplo, es un vigoroso conglomerado de gran potencial económico, pero con una apertura más libre inundaría de productos el Ecuador frente a un débil potencial del país que probablemente vea desequilibrada en mayor medida su balanza comercial.

Las recientes giras del Canciller por distintos países de Europa y Asia arrojaron muchos documentos y compromisos y pocos resultados concretos.

Nadie desconoce la solidaridad en materia de salud que ha demostrado Cuba, pero pensar en una cooperación, integración comercial y beneficios para el Ecuador luce ingenuo. Cuba apenas está abriéndose al mundo tras más de cinco décadas de economía central planificada, partido único, falta de libre expresión y un bloqueo asfixiante.

Unos incipientes microempresarios apenas si sacan la cabeza de la miseria que el sistema impuso. Hoy Cuba, para Ecuador, no es el modelo ni el sistema a seguir.

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