La contracción que vive la economía nacional se siente también en la Bolsa de Valores. Las casualidades no existen en economía, cuyas normas están atadas a las causas últimas y a efectos inevitables.
Más allá de las palabras y los calificativos de los que reniegan autoridades y políticos, como crisis o recesión, la contracción en un tiempo difícil, augurado en 2014 por el presidente Rafael Correa, tiene efectos innegables de los que no escapan las empresas y su posición en el mercado de valores: caída del crecimiento (decrecimiento) afectación en el empleo, cautela y, en consecuencia, menos inversiones.
El sector empresarial se cuida en remarcar que ha trabajado bien para preservar la actividad sin mayores sobresaltos y con suficiente solidez. Pero no hay excedentes, debido al panorama descrito. En consecuencia, la actividad de compra de acciones no se ha desarrollado adecuadamente, conforme a los datos presentados por este Diario en su edición de ayer.
Tal vez una de las falencias de nuestra economía, que podría haber fortalecido la actividad de inversiones para democratizar el capital de las empresas, ha sido el no cultivar la costumbre sana de invertir y generar utilidades, para de esa forma proteger el patrimonio.
En horas bajas de la actividad bursátil quizá es tiempo ideal para planificar campañas, incentivar la pequeña inversión en el mercado de papeles que puede desatar ese círculo virtuoso para crecer, ganar dinero y generar empleo.