Consulta directa y muerte cruzada

El bloqueo legislativo parece increíble, cuando el modelo concentrador de poder y el tamaño del grupo legislativo oficialista hacían pensar en una rápida aprobación de leyes tal y como las imaginó el Ejecutivo.

Pero la realidad muestra lo complejo de vivir en un país donde la diversidad se expresa en múltiples manifestaciones, las diferentes visiones y las expresiones políticas muestran las trabas de la gobernabilidad aún en posesión de un bloque mayoritario y convencido del proyecto presidencial.

De la tarea de fiscalización de la Asamblea, ni hablemos, ha sido un fracaso. En cuanto a la labor legislativa, la posibilidad de generar consensos y dejar posturas maximalistas para conciliar distintos puntos de vista ha sido una quimera.

El bloqueo llegó en leyes que el Gobierno consideraba fundamentales como la Ley de Aguas, de Comunicación y Educación Superior. Para las reformas a la Ley de Hidrocarburos apenas si habrá debate. No han sabido acoger las observaciones ciudadanas relevantes ni darle al país proyectos de viabilidad democrática. La trampa la tejieron ellos mismos con normas que supuestamente facilitan los procedimientos pero en verdad imposibilitan el debate.

Así, ante el bloqueo cobra sentido la idea que la Constitución contempla en su artículo 148: la muerte cruzada. Esto implica que el Presidente puede plantear una consulta para definir si el país lo continúa apoyando o le da su espaldarazo a la Asamblea. Vista la popularidad de la que carecen tradicionalmente los congresos es fácil predecir que el voto favorecerá al Ejecutivo, máxime si el Presidente es experto en campañas y en ganar elecciones.

Si la Asamblea se disuelve, Rafael Correa tendrá temporalmente en sus manos la aprobación de leyes. Tal vez es la explicación política de lo que ahora estamos viendo.

Suplementos digitales