El Tribunal de Garantías Penales condenó en primera instancia al vicepresidente Jorge Glas y a su tío Ricardo Rivera a seis años de prisión por asociación ilícita, en el caso Odebrecht.
Este episodio es uno de los más decidores en la historia nacional y, con toda seguridad, sin precedentes en materia de lucha contra la corrupción. Un vicepresidente detenido, despojado de sus funciones, detenido y juzgado no se registra en la vida republicana.
Además de Glas y Rivera, otros imputados recibieron condenas -algunos de ellos. que se acogieron a la norma de cooperación eficaz, obtuvieron rebajas- y una persona salió en libertad.
Pero del dictamen leído este miércoles por el presidente del Tribunal, Edgar Flores, se desprenden otras acciones inmediatas. Los expedientes van a manos del Fiscal para investigar delitos de cuyas presuntas comisión y autoría pudiera originarse un eventual juzgamiento posterior. Se trata de peculado, concusión, cohecho, testaferrismo, delincuencia organizada, enriquecimiento ilícito y tráfico de influencias.
Mientras llegan las notificaciones judiciales y la defensa prepara sus alegatos para las siguientes instancias, el destino político de Glas es incierto. La Asamblea, se presume, podría acometer el juicio político que se ha dilatado.
Con la Vicepresidenta ocupada por el encargo que Alejandra Vicuña recibiera del presidente Lenin Moreno, con juicio político o sin él, Glas aguarda un plazo: el 2 de enero en que su ausencia del despacho será definitiva.