Pese a las aseveraciones del Presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), es evidente que el proceso de división de dicha organización no se ha detenido, y que seguramente se ahondará con la posibilidad de un acercamiento con el Gobierno.
La semana pasada, la Conaie terminó una larga reunión con pocos acuerdos. Uno de ellos -pedir que el Gobierno haga público su pedido de diálogo- es un formalismo que no alcanza para tapar los problemas de fondo.
Las dos líneas de la otrora poderosa organización mantienen visiones divergentes: la una defiende la lucha social para reivindicar el uso del agua u oponerse al extractivismo, lo cual ha dejado decenas de líderes procesados; la otra, un acercamiento con el poder para mejorar las condiciones de vida de las comunidades.
Es verdad que el actual líder de la Conaie, Humberto Cholango, siempre ha sido partidario del diálogo. La concesión de frecuencias para medios comunitarios ya fue un factor de acercamiento. Hoy, él no deja de plantear una agenda que pone distancias con el Gobierno: las leyes de aguas y de tierras, justicia indígena; minería, petróleo y política extractivista; medios comunitarios…
Pero nada hace prever que la Conaie vaya a fortalecerse en el corto plazo. El posible diálogo con el Gobierno tampoco va a abonar en ese sentido, mientras éste tenga como meta la ampliación de su base a partir del clientelismo.