La muerte de una joven estudiante en Guayaquil revive un tema candente al que la sociedad toda debe responder con urgencia. Un porcentaje de estudiantes consume droga. El Consejo Nacional de Control de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas dice que el 2,6% de los consumidores jóvenes consiguió drogas en el colegio. El mismo organismo estableció una cifra preocupante: el primer consumo de droga promedia los 12,9 años.
En 17 barrios de Quito operan microtraficantes que tienen a su vez conexión con narcotraficantes que traen los productos desde afuera del país. Las drogas más conocidas son la heroína, la cocaína y la marihuana.
El problema merece atención prioritaria de los padres de familia, que cuando detectan en los jóvenes comportamientos extraños deben reportarlos a los profesores. Además, en los establecimientos educativos debe existir la información para tratar estos casos de salud pública y orientar a los jóvenes con suficientes argumentos. No se debe desestimar denuncias de sospechosos que rondan en las afueras de los colegios y que pudieran ser los proveedores. Reporterías anteriores registraron que también hay alumnos proveedores.
El Estado debe reaccionar. Es necesario dar charlas a padres, profesores y alumnos, establecer redes de alarma y estar atento a llamadas extrañas o contactos por redes sociales que también pueden ser canales para venta de droga.
La semana pasada la Subsecretaría de Educación de Guayas inició un taller preventivo. Buena noticia, y ojalá no sea solo una cuestión reactiva y temporal. Se espera una acción continua y coordinada del Ministerio de Educación, el Consep, la Policía, los colegios y los padres para luchar contra este grave problema social.