El Consejo de Participación Ciudadana y Control Social transitorio no deja títere con cabeza. Esta vez cesó a los cinco vocales del Consejo Nacional Electoral.
El pecado capital del CNE: la cercanía al Régimen de Alianza País que durante una década dominó sin resquicios el espectro político y copó, sin dar espacio a otras fuerzas, el organismo del sufragio; con ello hundió su indispensable imagen de imparcialidad y pluralismo.
Eran tiempos del modelo de concentración de poder absoluto que pasaba por el Ejecutivo, la Asamblea Nacional, las cortes de justicia, el Consejo Nacional Electoral y hasta el propio Consejo de Participación Ciudadana, con la ironía de no haber representado en este último a la ciudadanía sino al poder político vertical y excluyente.
Durante la última campaña electoral, Creo y su candidato presidencial, Guillermo Lasso, hablaron de fraude y señalaron al CNE como su ejecutor.
Hubo cambio en la Presidencia del CNE pero quedaron algunos vocales que fueron parte de la década señalada y manchada. Ellos y los nuevos fueron cesados anteayer por el Cpccs -t.
El reto grande será ahora nombrar un CNE transitorio (¿o acaso alcanzan los plazos para uno definitivo?). Los vocales deben responder con absoluta integridad moral, con formación y conocimiento, y estar dotados de pluralismo y civismo suficientes para no servir al gobierno de turno ni a los partidos sino garantizar unas elecciones limpias y un proceso democrático. Tal es el desafío.