Los expertos calculan que el año se cerrará con una balanza comercial totalmente inclinada hacia las importaciones: USD 8 000 millones. Para octubre la diferencia entre exportaciones e importaciones no petroleras fue de USD 6 875 millones, según datos del Banco Central del Ecuador (BCE).
La clave de todo está en la falta de un plan agresivo para diversificar las líneas de productos exportables nacionales. Es una política que se debió seguir de manera persistente, desde la adopción del dólar estadounidense como moneda de uso en el país.
Más de una década después seguimos exportando casi los mismos productos. Los tradicionales, como cacao, café y banano; los que abrieron senderos hace un par de décadas, como atún, camarones y flores.
Pero los mercados son básicamente los mismos y, aunque se hayan incrementado las cifras, el problema central es que no se alienta una política de Estado sostenida hacia la conquista de nuevos mercados y no hay empeño en mejorar y ampliar la oferta exportable.
La clave está en saber qué demandan las economías que se encuentran actualmente en expansión en el mundo, como la China, Brasil y la India -donde han caminado algunas líneas interesantes-.
Es importante firmar acuerdos comerciales para liberar las barreras arancelarias a nuestros productos.
El fracaso del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos y la tímida velocidad de los acuerdos con la Unión Europea (UE), nos muestran un mapa en extremo conservador de comercio exterior, cuando este más bien debiera ser la gran política de Estado.
Antes que restringir, abrir; antes que protegernos, producir más y mejor para múltiples destinos comerciales.