La educación privada en el país sufre los efectos de estos años difíciles. Muchos establecimientos ven como los padres no pagan a tiempo sus pensiones.
El dato ha llevado a preocupar a los directivos de los colegios privados ya que el sistema tiene sus propios equilibrios financieros para cubrir sus gastos, basados en los ingresos por educando.
Un reportaje publicado ayer por Diario EL COMERCIO revela varios y duros ejemplos: personas que deben acudir al chulco, atrasos de varios meses que se vuelven una avalancha insalvable y muchas veces la resignación con medidas extremas. Varios padres prefieren sacar a sus hijos en medio del ciclo escolar y buscar colegios más baratos, muchas veces en desmedro de la calidad de la educación y extrayendo a los jóvenes y niños del entorno de sus compañeros lo cual no es aconsejable.
La estadística de Corpeducar (agrupación privada) refleja que el 8% de los padres deben hasta tres meses de pensiones, y el 5% mantienen deudas por cuatro meses o más. La cifra habla sola.
El Ministro de Educación informa sobre un concepto alentador. Ya no se puede impedir que un alumno rinda examen y menos retener sus documentos. Ese mecanismo de coerción causaba traumas y vejámenes a los estudiantes. Sin embargo, el tema merece un tratamiento integral que contemple la realidad de la crisis, el equilibrio de los colegios y, sobre todas las cosas, la estabilidad emocional de los educandos, la piedra angular del sistema.