La Asamblea, entrampada en la lógica de las sumas y restas, ha sido incapaz de dar paso a su reorganización, conforme lo exigiría el nuevo momento político.
Durante quince días de vacancia -al parecer varios bloques se tomaron ese receso a pecho-, los parlamentarios interesados en el cambio no se ocuparon de viabilizar los posibles acuerdos para la gobernabilidad interna.
Luego de haber defenestrado al Presidente de la Asamblea y nombrar a una Presidenta para completar la ausencia y el tiempo de su mandato, la reestructuración del órgano administrativo de la Asamblea (CAL) no se concretó. Tras su obligado permiso de maternidad, Viviana Bonilla regresó y recuperó su espacio. Y en las presidencias de las comisiones todo quedó igual. Serán, acaso, cada una de las comisiones -tomadas en buen número por la facción de AP escindida tras su crisis interna y que ahora se llama Revolución Ciudadana (¿o Alfarista?)- las que busquen oxígeno y se reconstituyan.
Lo cierto es que el trauma del traspaso de un gobierno a otro, la operación de demolición de altos cargos del Ejecutivo anterior, la prisión de Jorge Glas y las condenas, enjuiciamientos y fugas de funcionarios causaron estragos.
La Asamblea paralizó su acción legislativa y hay varias leyes pendientes en materia de educación, empleo, salud y seguridad social; y por cierto, aquellas que resulten urgentes para viabilizar el plan económico anunciado recientemente por Lenín Moreno.