Pese al optimismo oficial y a las expectativas de empresarios y productores, las conversaciones para alcanzar un tratado de comercio entre Ecuador y Europa todavía no llegan a buen puerto.
En un mundo globalizado y cuando el país debe diversificar su oferta exportable, la conquista de nuevos mercados es indispensable.
En esa línea, la firma de un acuerdo multipartes -como lo llamaron las autoridades del Régimen para evitar la suspicacia de que le tilden de TLC (Tratado de Libre Comercio), cuando en el fondo no es sino eso- todavía no llega.
Hay que reconocer que entorpecieron los diálogos las posturas contradictorias del ex vicecanciller Kinto Lucas y del subsecretario del ramo, lo que terminó con la salida del primero.
También fue motivo de críticas en el Parlamento Europeo el estado de la cuestión en materia de libertad de expresión, por el cual el Gobierno ecuatoriano es criticado en el mundo democrático.
Ahora, después de la ronda de diálogo, las autoridades enmudecieron. Deben presentar un informe técnico pero la fecha de nuevas citas todavía no se fija y la firma de un acuerdo tampoco se ve tan cercana.
Europa pone reparos al trato para las empresas europeas -no hay seguridad jurídica-, las compras públicas y la obligación de priorizar transacciones con empresas nacionales, así como la participación privada en áreas estratégicas que a juicio de la Unión Europea habría que clarificar.
Los productores ecuatorianos demandan la apertura de nuevos mercados sin prejuicios ni límites geográficos. Una política gubernamental sana debe orientarse en esa línea. Solo así se puede crecer y generar empleos estables y bien remunerados en varias actividades y emprendimientos.