El 2012 transcurrió de principio a fin con nuevos impuestos. Primero fueron las restricciones con el propósito de limitar las importaciones. El efecto fue que se vendieran menos autos, se modificara el consumo de celulares y también de licores. Aunque se presume que la medida pudo haber estimulado el contrabando.
A fines de año se aprobó una ley, para muchos, otra reforma tributaria. Se trata de la Ley de Redistribución del Gasto Social, que tiene como objetivo central financiar el aumento del Bono de Desarrollo Humano con impuestos a los bancos. La propuesta de un candidato presidencial la adoptó el Régimen, apretando a la banca.
En el medio llegaron otras reformas: la Ley para regular los créditos de vivienda e hipotecas vehiculares, la Ley derogatoria de los burós de información crediticia (que ahora será monopolio estatal).
El año fiscal se inscribió dentro de la dinámica estimulada desde el Estado, como ocurre hace ya seis años, cuando asumió su primer mandato Rafael Correa. El Presupuesto del 2006 fue de USD 8500 millones y este 2012 terminó en cerca de USD 27 000.
Ese crecimiento se sustenta en el precio del petróleo que ha sido muy alto. El país no ha roto la monodependencia: antes fue el café, luego el cacao, después el banano y hoy el petróleo. Mientras la economía dependa del gasto público, sin generar fuentes de trabajo, el país no habrá cambiado.