Un juicio por terrorismo y sentencias de un año de prisión signaron a un grupo conocido como los 10 de Luluncoto.
Hoy, dispersos y con actividades distintas luego de dos años de su captura, sus testimonios, recogidos por este Diario, dejan ver a las claras que las marcas de su acusación y detención siguen presentes.
A falta de un proceso en la Corte Nacional por casación, muchos de ellos no logran limpiar sus hojas de vida cuando de ciertos trámites se trata. Algunos de los jueces no han notificado la anulación de sus órdenes de detención.
Tras un allanamiento en marzo del 2012, realizado según testimonios de los propios jóvenes de forma violenta por las fuerzas del orden, se los vinculó con acciones subversivas. El operativo tuvo el nombre de Sol Rojo.
La evidencia hallada se circunscribía a teléfonos celulares, monedas y billetes, una carpeta del Grupo de Combatientes Populares, botas de caucho, música protesta y camisetas del Che. El Che Guevara es un personaje guerrillero cuya memoria se invoca en algunos actos del propio Gobierno a través de su emblemática canción.
La acusación tuvo que ver con la colocación de bombas panfletarias. Grupos de derechos humanos afirman que se trató de una construcción de un enemigo frente a las protestas en la Marcha por el Agua.
Más allá de las sentencias cumplidas y la reiterada presentación en los juzgados, muchos ecuatorianos se preguntan si los 10 de Luluncoto debieron o no ser procesados y sentenciados como terroristas.