¡Cómo se nota el desconocimiento que el presidente Donald Trump tiene de América Latina! No hace muchos días dijo que para resolver la situación de Venezuela no descartaba la opción militar; esto es reactivar episodios superados de poner a funcionar a los marines invadiendo, ya no un país pequeño, sino en uno de los principales de la región. La respuesta de todos los estados latinoamericanos no se hizo esperar: rechazo unánime. Los países de América Latina podrán tener diversos modelos económicos y políticos, así como diferentes criterios sobre la situación en Venezuela, pero la unanimidad no faltó cuando Trump habló de la opción basada en la fuerza. América Latina ha cambiado, ya no es la de los 70s.
Ahora parecería que el presidente de Estados Unidos opta por otra estrategia. Se propone dividir a la región utilizando la crisis en Venezuela. A qué me refiero, a que según la prensa, Trump ha tomado la iniciativa de invitar a un acto social a algunos de sus homólogos debidamente seleccionados, entre ellos, Brasil, México, Perú y Colombia, para tratar temas de interés regional. Claro, el plato fuerte es Venezuela.
Téngase presente que al mismo tiempo se reúnen en República Dominicana, Venezuela, parece que junto con representantes de la oposición, los ex presidentes de la propia Dominicana, Panamá y España cuyas perspectivas favorables, aunque escasas, son más probables por la participación de las partes en conflicto. ¿Qué conseguirá Trump con esta iniciativa excluyente a pesar de la importancia de los países invitados? Nada, por el contrario, profundizará las divergencias regionales e incidirá negativamente sobre la alternativa dominicana.
Dos preguntas acerca de este hecho ¿Dónde está la Unasur, único foro en el cual Caracas ha aceptado tratar su situación? ¿Qué rol juega Ecuador en la crisis venezolana que nos toca directamente? Hasta donde se conoce, la Cancillería se ha limitado a afirmar que se rige por la no intervención y respeta la democracia.
No debemos caer en este torpe juego de Trump de ahondar la división que existe en nuestra región sobre el caso Venezuela. Como país, Ecuador tiene que ser proactivo y protagonista desde la Unasur para ayudar a encontrar una salida. Y el presidente Moreno está en la mejor posición para hacerlo: ha expresado, de su parte, su solidaridad con Venezuela, ha reconocido la existencia de “presos políticos” y ha dicho que hay que “priorizar los derechos” sobre el sufrimiento de un pueblo. Es un presidente fresco que en el plano interno está aireando una administración llena de corrupción y de autocracia. Lo bien que está haciendo casa adentro proyéctelo al exterior. Será beneficioso para el Ecuador y para su gobierno.
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