Ecuador irá a elecciones presidenciales. Su futuro, si la sociedad no rectifica el rumbo, es lamentable, aunque Rafael Correa tenga un gran respaldo popular.
¿Cómo hacer una predicción de esta naturaleza? Muy sencillo, según el Índice de Desarrollo Humano anual publicado por la ONU, de unas doscientas naciones, alrededor de 30 tienen buenos niveles de desarrollo, amplias clases medias, calidad de vida, poblaciones educadas, sosiego político, respeto por los derechos humanos y movilidad social.
Ecuador no sólo no comparece en esa lista, sino que su Gobierno pareciera alejarlo de ese “primer mundo”.
Hay al menos siete rasgos característicos en las sociedades triunfadoras: 1. El país proyecta una imagen de nación donde vale la pena invertir. No se me ocurre una escena en la que un Primer Ministro holandés se abra la camisa y grite a unos policías insubordinados que le disparen al pecho. Ese episodio es una vergüenza.
2. Los funcionarios electos se subordinan a la ley y respetan las instituciones. Ejercen el poder para obedecer a la sociedad y servirla, no para moldearla a su antojo. ¿Conciben a un gobernante inglés disolviendo por la fuerza la Cámara de los Comunes? 3. Total libertad de prensa. Todos entienden que el papel de los medios es cuestionar y exigirle al Gobierno. No concibo a un gobernante danés diciéndole “gordita horrorosa” a una periodista incómoda, demandando a los medios o confiscándolos para convertirlos en papagayos amaestrados.
4. Practican la cordialidad cívica. Consideran a sus contrincantes. No utilizan con ventajismo los medios durante las elecciones. Rajoy en España –como antes hicieron Zapatero, Aznar y González— enfrentaban a sus adversarios sin herirles su honor.
5. Respetan la separación de poderes. Saben que el Estado de Derecho requiere que las leyes las interpreten y apliquen juristas expertos, no manipulados desde la casa de Gobierno, aunque la mayoría lo acepte.
6. Respetan los contratos y no alteran arbitrariamente la ley. Una de las claves del desarrollo radica en el cumplimiento de los compromisos del Gobierno con las empresas nacionales y extranjeras. Si Canadá o Surcorea manejaran la deuda nacional, las relaciones con los bancos y los pleitos con las petroleras como ha hecho Carondelet durante el mandato de Correa, estarían desacreditados.
7. La función del Estado no es crear riquezas, sino estimular a la sociedad civil para hacer esa tarea. El Estado vive de la sociedad y no a la inversa. Crea una legislación hospitalaria con los emprendedores, como hace Israel, una de las mayores incubadoras de empresas del planeta, para beneficios de los pobres y los trabajadores.
¿Está el Presidente Correa a tiempo de rectificar? Lo veo difícil.