Ecuador: medicinas sin control

El señor Presidente de la República debió quedarse turulato cuando le sumillaron y se vio obligado a leer in extenso el reportaje de investigación que con el título "Redes delictivas trafican fármacos con talco, tiza o ceras" (EL COMERCIO, 13 de septiembre, 2013). Eso de redes delictivas que ejercen tal actividad los hay en todo el mundo, habrá pensado en un primer momento. Lo que a Correa le dejó patidifuso fue la denuncia de que de los 4 mil medicamentos que circulan en el mercado nacional tan solo 600 fueron controlados por el Ministerio de Salud Pública. De acuerdo a los reglamentos pertinentes todas las medicinas que se producen o ingresan al país están sujetas a Registro Sanitario (RS). Es decir, a la identificación de cada uno de ellos en cuanto a su composición y fecha de expiración, entre los datos más importantes. Una vez que desde cuando se obtiene el RS en adelante pueden suceder muchas cosas se establece que las autoridades sanitarias realicen controles periódicos posregistro. 3 400 de 4 000 fármacos que se utilizan en nuestro país no fueron controlados periódicamente a nivel de fábrica, almacenamiento, transporte y expendio, que es lo que disponen los reglamentos.

Lo señalado supone puertas abiertas para que los delincuentes realicen pingües negocios con eliminar la fecha de expiración y sustituirla por otra, elaborar tabletas convenientemente envasadas y etiquetadas que contienen talco, cemento o tiza, e inclusive inyectables con agua y colorantes de ser el caso. La adulteración criminal hasta en las drogas de distribución gratuita para enfermedades catastróficas como el cáncer.

El no va más: cuando los periodistas pretendieron hallar explicaciones para aquellas barbaridades por parte de quienes dirigen la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria, adscrita al MSP, encargada de los controles periódicos posregistro, el silencio fue la respuesta. El Gobierno se va blindando. Ni siquiera intentaron, pienso yo, una entrevista con la señora Ministra. Las víctimas del silencio espeso, el país, y a lo mejor también el presidente Correa, que de ser así debiera agradecerle a EL COMERCIO y a sus periodistas que investigan y opinan.

A manera de colofón. Desventurados los médicos ecuatorianos. Se pretende penalizar la mala práctica de los profesionales de la salud en un país en el que las medicinas que utilizan pueden estar caducadas o alteradas, contener sustancias de efectos adversos. Medicinas así, sin controles. La utilización de un inyectable que podría salvar una vida y que apenas contiene agua ni siquiera destilada. Lo que sí se debería penalizar es la mala práctica de la gestión pública, como eso de no haber hecho los controles periódicos de las medicinas. El penalizador señor Andino podría tener la palabra.

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