La selección de candidatos vicepresidenciales ha puesto en evidencia las limitaciones que caracterizan a las agrupaciones nacionales al momento de generar nuevos liderazgos. Casi no hay nada nuevo bajo el sol: las figuras siguen siendo básicamente las mismas. ¿Los partidos están tan yermos o los líderes opositores de verdad creyeron que AP iba a durar 300 años? Difícil explicar que, diez años después, sigan encerrados en sus viejas lógicas.
El mejor candidato a la Vicepresidencia, en regímenes presidencialistas y personalistas como el ecuatoriano, sigue siendo quien menos votos reste a la figura central. En estas elecciones, casi ninguno de los presidenciales puede darse el lujo de acogerse a esa máxima, cada uno por distintas razones.
En la oficialista AP, un condicionado Lenín Moreno ha aceptado a un compañero de fórmula con peso presidencial y que, por tanto, marca una línea de continuismo. Esto incluso a riesgo de que las cuentas para ganar en la primera vuelta no cuadren. En cuanto al relevo político, ni Moreno ni Glas pueden considerarse benjamines de Rafael Correa.
Veamos lo que sucede en otras tiendas. La alianza entre Creo y Suma es, si se quiere, natural, tanto por su cercanía ideológica como por su complementariedad regional. Pero Mauricio Rodas optó por seguir al frente de la Alcaldía de Quito y eso le implica mantener una prudente -y a la vez desgastante- distancia respecto del Gobierno de turno. Después de anunciar que iba a escoger a un joven emprendedor quiteño, Guillermo Lasso ha terminado su caminata en círculo y ha escogido a Andrés Páez, un curtido ex militante de la ID y miembro de Creo que le garantiza una imagen serrana de oposición al Gobierno.
El caso de Acuerdo Nacional es más complicado. La idea de la ID de participar con una figura joven para hacerla crecer a lo largo del tiempo y sin buscar resultados inmediatos, no cuajó. Paco Moncayo reivindica la experiencia y su espacio en la Sierra. Pero el acuerdo con la agrupación de Jimmy Jairala no se daría en torno a una figura joven sino a alguien con recorrido como Mario Cannesa.
Esa exploración de la ID no agrada a los otros miembros del acuerdo. Pero la candidata joven todavía no aparece ni en Guayas ni en Manabí, provincia en la cual el Gobierno volvió a cifrar esperanzas tras el sismo de abril.
Lo de la Unidad es más dramático. La táctica socialcristiana de lanzar la precandidatura de Cynthia Viteri marcó la cancha de tal modo, que al final solo se quedaron Avanza, de Ramiro González, y Compromiso Ecuador, de César Montúfar. Todo hace prever que cada uno tomará su camino. Viteri quizás termine por escoger a Mauricio Pozo, experimentado economista.
Los partidos y sus líderes no han generado figuras, o no confían en ellas. Y que no vayan a echarle la culpa solo a Correa.
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