La distribución del ingreso en el Ecuador viene mejorando desde que nos dolarizamos. Y la velocidad de mejora es, aproximadamente, la misma hasta el 2006 que desde el 2007. El 2007 fue el año en que al Gobierno le dio por disparar el gasto público.
Si la distribución del ingreso mejoró a la misma velocidad antes y después de ese disparo, es evidente que el gasto público no aporta a la mejora de la distribución del ingreso.
Por lo tanto, si se ponen más impuestos, lo único que se haría es dar más recursos al Gobierno para que así financie un mayor gasto público que no va a aportar a la mejora de la distribución del ingreso. Máximo servirá para aumentar el número de burócratas bien pagados.
La desigualdad se mide con el índice de Gini, así llamado en honor a su inventor, el matemático italiano Corrado Gini. Es un índice de desigualdad, por lo tanto, mientras más alto es, mayor es la desigualdad. El valor máximo que puede tener el índice es 1, el mínimo es cero.
Según la información publicada por el Siise y el INEC, entre diciembre 2001 y diciembre 2006 (antes del disparo del gasto público) el Gini a escala nacional cayó a un promedio de 0,01 anual. Como el índice va de 0 a 1, esa caída es más grande de lo que podría parecer y lo que indica es que la desigualdad bajó en esos años, es decir, que en 2006, la distribución del ingreso era mejor que en 2001.
Luego, entre diciembre 2006 y diciembre 2014, o sea, desde que empezó el disparo del gasto, la desigualdad también cayó, básicamente a la misma velocidad: 0,009 anual, lo cual significa que la distribución del ingreso en 2014 era mejor que en 2006 y que la velocidad con la que mejoró fue casi la misma que en el período anterior.
Los valores del índice de Gini son complejos de manejar y muy sensibles a pequeños cambios en la forma de cálculo o en la forma de recolección de la información, por lo que no siempre se puede hacer aseveraciones categóricas. De las pocas cosas que se puede afirmar con la información disponible es que la desigualdad parecería haberse reducido entre el 2001 y el 2014, más o menos, al mismo ritmo anual promedio.
Pero esa simple aseveración tiene mucho peso, porque el gasto público entre 2001 y 2006 creció en 52%, mientras que entre 2006 y 2014 lo hizo en 230%, en ambos casos medido en dólares ajustados por inflación. En el primer período el gasto “creció”, mientras que en el segundo “se disparó”. Y en ambos períodos la pobreza cayó a la misma velocidad.
Por lo tanto, parecería no haber una relación entre gasto público y distribución del ingreso. De eso se desprende que aumentar aún más el gasto no aportaría a la reducción de la desigualdad de ingresos y, finalmente, que aumentar los impuestos para financiar un mayor gasto, tampoco ayudaría a reducir la distancia entre ricos y pobres. Y eso sin siquiera pensar en la riqueza que destruyen los impuestos altos.