El año empezó mal y se pondrá peor tanto en economía como en política y derechos civiles. Ciertamente precisar el futuro es imposible, pero algunas variables nos permiten otear ese horizonte: inercias, eventos que la golpean y la actitud de los actores.
Enero trajo la pronunciada caída de la Bolsa china, nuevos pronósticos de contracción global y análisis que confirman que los precios del crudo, el oxígeno ecuatoriano, no repuntarán al menos por dos años.
Nuestro país combate los síntomas de tales problemas con endeudamiento y harta palabrería, pero la enfermedad está y se extiende. Pronto surgirán predicciones de mayor contracción local y las inercias de las políticas económicas del Gobierno serán golpeadas por la realidad una vez más.
La actitud del Gobierno es patear el problema hacia adelante con deuda, pero podría recibir pronto un autogol en esa cancha y en la de la política. Los espectadores no son tontos ni compran engaños, saben y sienten lo que pasa.
El Ejecutivo sigue su inercia de mantener el ritmo de un discurso y una propaganda engañosa, cansina y predecible. Ahora incluso, se niegan lo que indican las encuestas, como si eso cambiara la realidad. Si alguna vez hubo creatividad en materia de comunicación, esta murió y ahora queda únicamente un bombardeo que cansa al auditorio.
Predecir que se vienen nuevos y más duros ataques a las libertades y contra quienes discrepan con el Gobierno, no es tan complicado. Llega una etapa electoral en la que claramente la cancha institucional, la propaganda y de manejos de recursos, está cargada hacia el oficialismo. Al frente está una oposición fraccionada y poco creativa, y observadores críticos que serán denigrados.
Sé que es cansado, pero pruebe a revisar las palabras y los videos de la última sabatina. Nada distinto a la receta de los últimos nueve años, pura inercia. El estado de propaganda e inquina que vive Ecuador es incontrovertible.
“Lo único que les une es ser anticorreísta. Jóvenes, no sigan a la gente que se mueve por el odio. Qué vergüenza … Hay que elevar el debate político. Falta conocimiento y ética. Se miente deliberadamente… este país se cree que hasta en el nivel político se puede recurrir a la mentira… Esa es una guerra sucia. Esa es la estrategia contra los gobiernos progresistas, acompañados por cierta prensa. Se nos viene esa campaña sucia. No dejen insultar su inteligencia”, fueron algunas de las frases presidenciales en la última sabatina.
La fiesta acabó. Estas palabras solo agravian y agravan el panorama. Estamos frente a una fuerte resaca política y económica, ante un 2016 harto complicado.
Columnista invitado