Columnista invitado
Ese fue el resultado que hace 16 años, el 13 de junio del 2002, se produjo en el campeonato mundial Corea Japón. La selección del Ecuador debutaba en los campeonatos mundiales, Croacia, que había alcanzado el tercer lugar en Francia – 1998, fue eliminada con esta derrota.
Todo el país se había unido para respaldar a la selección y ésta respondió con la victoria al pueblo que la alentaba. Posteriormente clasificó y participó en otros dos certámenes similares, con modestos resultados.
Tras un inicio extraordinario en el torneo clasificatorio sudamericano, el equipo nacional, culminó el selectivo con actuaciones decepcionantes, fruto de errores, disputas y desacuerdos entre dirigentes, cuerpo técnico y algunos futbolistas y… fue eliminado.
La selección de Croacia, que ha participado en 5 mundiales, alcanzó el tercer puesto en 1998 y es la vice-campeona del mundo, al culminar una excelente campaña en Rusia.
Croacia es un país pequeño, con una superficie de: 56.594 Km2. Situado en Europa suroriental, en los Balcanes occidentales, a orillas del mar Báltico, tiene 4´500 000 habitantes. Este territorio fue colonizado por los celtas, los ilirios, los romanos, croatas, ávaros, eslavos, otomanos. Junto con eslovenos, croatas y serbios crearon el reino de Yugoeslavia. Luego Croacia se hizo parte de la República Federal Socialista de Yugoeslavia. Se destruyó en la segunda guerra mundial.
Posteriormente se reconstruyó. En 1991, tras un referéndum, se declaró un estado independiente y debió enfrentarse a fuerzas serbias y yugoeslavas en un conflicto de connotaciones étnicas y religiosas que concluyó con la Operación Tormenta entre el 3 y el 5 de agosto de 1995.
La selección de fútbol de este país que ha superado hambre, destrucción y sangrientos enfrentamientos bélicos, deja valiosos legados: el orden, la disciplina y la vehemencia con que cada deportista croata asumió su función en el equipo, la austeridad del cuerpo técnico y de los dirigentes, la sencillez de la agraciada presidenta Kolinda Grabar-Kitarovic que, para acompañar al equipo, solicitó licencia sin sueldo, utilizó vuelos comerciales en clase turista, no contó con la protección de guarda-espaldas armados y con sofisticados equipos de comunicación, ni de ruidosas sirenas de escoltas motorizadas. Ingresó al estadio como una hincha más, vistió orgullosa la camiseta con los colores de su selección, ocupó un asiento junto a sus compatriotas y, cuando fue reconocida por las autoridades del evento, las acompañó sin cambiar su atuendo. Su calidez infundió cariño y respeto; la mejor manera de dignificar la majestad del poder. No exhibió premios honoris causa, no fue vanidosa, ni veleidosa, peor prepotente, no odió, ni agravió, representó, con su equilibrio y modestia, el enorme poder de las virtudes como generadoras de voluntades férreas y triunfadoras.