El manejo de la imagen y de la política exterior del Ecuador no puede ser más deplorable. La posición mantenida por el Gobierno ecuatoriano frente al caso Snowden pone al descubierto la falta de criterio.
A más del perjuicio que representa cada día mantener en la Embajada del Ecuador en Londres a un personaje como Julián Assange, ahora estamos en las páginas de todos los noticieros del mundo por haber facilitado la salida de Hong Kong a Moscú del ex agente de la CIA, porque -de acuerdo con lo expresado por el presidente Rafael Correa al periódico británico The Guardian- “el cónsul ecuatoriano en Londres, Fidel Narváez, y el fundador de Wikileaks, Julián Assange, obraron por su cuenta porque temían que Snowden fuera capturado”.
Como si fuera poco, Assange se ha tomado la atribución -sin conocer el contenido de la entrevista mantenida entre el presidente Rafael Correa y el vicepresidente de los Estados Unidos Joe Biden- de decir que esta llamada “no es aceptable”, ya que fue para presionar a Correa e impedir la concesión de asilo político a Snowden.
Simplemente increíble. Al igual que todos los ciudadanos, me hago varias preguntas: ¿Es lícito que un país como el Ecuador emita “salvoconductos” con o sin autorización a individuos que han cometido presuntos delitos y son solicitados por la justicia de otros gobiernos? ¿No debería ser expulsado de la Embajada del Ecuador el señor Assange y recibir del mismo modo la más alta sanción el Cónsul del Ecuador en Londres por “obrar por su cuenta”? Todos sabemos que un miembro del servicio diplomático jamás puede “actuar por cuenta propia”, tal como lo ha hecho el señor Fidel Narváez.
Preocupa además que en lugar de reaccionar inmediatamente para enmendar las cosas, el propio Presidente haya mencionado que “Snowden está siendo perseguido en el mundo sin ninguna razón, en el sentido de que él no ha lanzado un misil ni ha matado a nadie”. No se necesita lanzar un misil o matar a alguien para perjudicar de manera tan grande a un Estado, tenga o no razón.
Lo propio hubiese sido enmendar el error y ser tajante en afirmar que el Ecuador no concederá asilo político al ex agente de la CIA, como lo han hecho hasta el momento España, Polonia, India, entre otros.
Como es de esperarse, la imagen del país no solo que está por los suelos sino que incluso Estados Unidos ya analiza la posibilidad de tomar sanciones por el caso Snowden. Así lo han manifestado varios senadores demócratas y republicanos.
La falta de una política exterior y de una visión coherente de lo que queremos a futuro en el concierto internacional nos hace que pasemos por estos desatinos. Este afán de protagonismo y vanidad le aísla cada vez más al Ecuador.