Un año después de endosar los principios de la economía verde en la cumbre de Río +20, América Latina presenta un avance dudoso hacia modelos de desarrollo sostenible.
Esta es al menos la opinión dominante entre fuentes expertas consultadas por IPS.
La región “en general está en una situación precaria; si bien ha habido esfuerzos de política pública por integrar el capital natural como objeto de sostenibilidad económica, los casos son muy contados. No hay un enfoque transversal y comprensivo”, dijo a IPS la directora del Instituto Global para la Sostenibilidad (IGS), Isabel Studer, del privado Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.
Los países “han basado su crecimiento económico en la explotación de los recursos naturales y esto ha agravado una situación que de por sí no era de lo más halagüeña. No se ha integrado la sostenibilidad ambiental dentro de la política económica”.
El IGS participa en un estudio comandado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe sobre experiencias exitosas de economía verde en naciones desarrolladas y en desarrollo, que concluiría a finales de este año.
Pero, ¿de qué estamos hablando al mentar “economía verde” ? Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), es “un sistema de actividades económicas relacionadas con la producción, distribución y consumo de bienes y servicios que resulta en mejoras del bienestar humano en el largo plazo, sin, al mismo tiempo, exponer a las generaciones futuras a riesgos ambientales y escaseces ecológicas significativas”.
Para el Pnuma, la inversión verde puede contribuir a reducir la demanda de energía y agua y la huella de carbono de la producción de bienes y servicios, además de aportar al combate de la pobreza y la desigualdad social.
“Primero hay que conocer las condiciones de la economía y luego las que pueden ser aplicadas. Primero viene un análisis de las maneras y los sectores prioritarios para transitar hacia una economía verde”, analizó Dolores Barrientos, representante del Pnuma en México.
“El avance fundamental es el reconocimiento de fallas en el sistema económico, que eventualmente pueden ser subsanadas con mejores políticas públicas y que puedan incluir los grandes temas de la economía verde”, señaló.
La declaración “El futuro que queremos”, adoptada en junio del 2012 por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río +20) en Río de Janeiro (Brasil), considera que la economía verde es uno de los instrumentos más importantes para lograr la sostenibilidad y que puede ofrecer alternativas para la formulación de políticas. Al mismo tiempo, reconoce los diferentes enfoques, visiones y modelos, en función de las circunstancias y prioridades nacionales.