¡Olvídense de las consignas!

Diego Ordóñez

Cuando finalmente sucedió lo previsto y se agotó la chequera se han hecho evidentes las verdades que se negaron. La preeminencia estatal en la economía, la alusión de milagrerismo fueron posibles no por las bondades de un modelo económico sino por la suerte de un loteriazo petrolero. Con ese cúmulo de recursos cualquier gobierno, incluido el de Mahuad, habría superado los graves impactos del entorno y de sus desacertadas decisiones. Correa ha navegado viento en popa, ha aprovechado el sentido práctico de sectores económicos y electores que promovieron, toleraron o ignoraron la paulatina destrucción de las libertades políticas y económicas por el abundante maná.

Pero la realidad ha cambiado y seguirá cambiando negativamente. La aguja del combustible se aproxima a rojo. Frente a ello, Correa debe entender que la fiesta terminó y que hay que recoger los pasos con prudencia, con humildad y recato. Una primera condición es que ponga de lado las conclusiones propagandísticas y reconozca la existencia de una crisis que empeorará y no la oculte o disfrace con la persistencia del escapista que reniega de los hechos.

Se trata de la vida de todos. De cuidar nuestras economías personales y no destruirlas, como sucedió en el pasado cuando crisis mal manejadas empobrecieron a cada ciudadano y a la economía. Eso le impone una carga moral que obliga al Presidente a respetar a todos los ecuatorianos, a eliminar la beligerancia, a concertar con otros sectores políticos una agenda de emergencia orientada a recuperar niveles mínimos de confianza, para reducir el gasto (eliminando toda la adiposidad burocrática). Ha llegado el momento en que el Presidente entienda que sus intereses electorales son secundarios y que sus decisiones no pueden estar condicionadas por ellos.

Correa y sus voceros deben archivar sus consignas. Suficiente costo ya tenemos que pagar todos de su fiebre revolucionaria y de la sesentera noción de soberanía. Cuando con el aplauso izquierdista un anodino presidente aceptó caducar el contrato con Oxy, las sensatas voces que apelaron a que la sanción y real confiscación de activos costaría no solo un dinero que no existe en la caja fiscal, sino que mató la posibilidad de tener un acuerdo comercial con EE.UU. fueron calificadas de traicioneras. La pérdida tangible se suma a la intangible por la percepción de inversores de un gobierno (y de un país) no dispuesto a respetar las reglas y los contratos.

Los izquierdistas de la izquierdista AP creen que excluyendo a los sectores estratégicos de las alianzas público-privadas se precautela esa soberanía de caricatura. Aun cuando se incorpore esos sectores para la participación del sector privado, es tanta la desconfianza que difícilmente se podrá atraer inversiones que no sean de aquellos que pescan a río revuelto. La confianza se restituye si se devuelven la plenitud de las libertades y la idea que los conflictos jurídicos serán resueltos por jueces independientes.

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