Pablo Iglesias es un mentecato, pero ilustrado. Calma. Me refiero a la etimología de mentecato: “mente captada o capturada”. Debemos tomarlo en serio. Por no hacerlo con Chávez, los venezolanos se hundieron. Iglesias, joven profesor universitario en Madrid y colaborador de la televisión iraní, triunfa en las encuestas electorales.
El problema es que las malas ideas, al enquistarse en neuronas privilegiadas, son más dañinas.
Iglesias cree en el Estado asistencialista. Cree en el Estado que castiga implacablemente y en que la riqueza se logra trabajando menos –35 horas semanales— y retiro con 60 años. En suma, cree que la prosperidad se logra gastando, no ahorrando e invirtiendo, como ha hecho la humanidad por centurias. Maravilloso.
Lo interesante es que Iglesias ya probó sus ideas madre en Venezuela, donde él y su grupo fueron contratados para encauzar el “proceso revolucionario”. Lo hicieron ocho años a plena satisfacción de la República Bolivariana, tarea por la que cobraron tres millones setecientos mil euros: más de cinco millones de dólares.
En ese periodo, según las memorias del Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS) –la institución que firmaba los acuerdos y recibía los dineros– Iglesias y sus allegados ayudaron a Chávez a fomentar su revolución desde el despacho presidencial, al Banco Central de Venezuela a desarrollar su política monetaria o al de Comunicación, para desarrollar el Centro Internacional Miranda, de adoctrinamiento político comunista, según palabras de Juan Carlos Monedero, escudero de Iglesias, al homenajear a Hugo Chávez, y donde recuerda con tristeza la desaparición del Muro de Berlín.
Es decir, Pablo Iglesias y sus amigos, acorde a los consejos que aportaban, tienen corresponsabilidad del actual caos venezolano, y hasta de pulverizar el Estado de Derecho al proponer, presuntamente, eliminar la separación de poderes en los cursillos de formación que impartían a los parlamentarios del mundillo socialista del siglo XXI.
Pero Iglesias y sus amigos, más que ser parte de una casta corrupta, creo que realmente tienen gran corresponsabilidad en ese hundimiento por transmitir unas ideas y conocimientos equivocados.
Probablemente Iglesias y su grupo entiendan (como Lenin) que las revoluciones son muy dolorosas en su etapa demoledora del pasado burgués, lo cual explica su conformidad ante lo que ocurre en Venezuela.
¿Qué harían Pablo Iglesias y sus amigos si tomaran control de España? A mi juicio, lo mismo que en Venezuela. ¿Por qué? Porque quieren para España lo que aplauden en Venezuela. Un Estado fuerte presidido por revolucionarios decididos a implantar el reino de la justicia a cualquier costo.
Acabar con estructuras burguesas, destruir los podridos partidos tradicionales, encarcelar a quienes se opongan a la voluntad del pueblo y silenciar a medios que representan los intereses de los propietarios.