Gran idea, medio tarde

El Ecuador acaba de terminar las negociaciones de un TLC con la Unión Europea. Es una excelente noticia, aunque hubiera sido mejor que ocurra en el 2010.

La economía del Ecuador es, aproximadamente, un milésimo de la economía mundial. La Unión Europea, por su parte, produce casi un tercio del total mundial. En otras palabras, la economía de la UE es unas 300 veces más grande que la ecuatoriana.

Eso no debería asustarnos, al contrario, es una importante razón para celebrar el acuerdo, porque a nuestros productores se les abre un mercado 300 veces más grande que el que tienen en casa, un mercado al que se puede producir en volúmenes y en escalas completamente diferentes a los que existen localmente.

Producir para Europa es una gran oportunidad, pero no es una garantía de que en el futuro todo será de color rosa. Como a cualquier “oportunidad”, habrá que aprovecharla; los empresarios deberán invertir, el gobierno deberá darles estabilidad y tranquilidad y los sindicatos deberán entender que se debe priorizar el volumen de empleo y no la estabilidad.

Si bien es positivo que ahora haya este espacio para producir para Europa, también es igualmente bueno que se pueda importar de ese continente sin trabas. Porque esa es la esencia de un TLC: la apertura bilateral del comercio. Y si los europeos tienen productos que satisfagan las necesidades de los ecuatorianos, es maravilloso que ni el gobierno pueda trabar su importación.

Pero hubiera sido mucho mejor que este tratado se negocie paralelamente con Perú y Colombia, que culminaron sus conversaciones hace más de cuatro años. Además, según un boletín de prensa de la Comisión Europea, nuestro tratado no tiene “ningún cambio significativo” frente a lo firmado con nuestros vecinos, por lo que, en el fondo, lo que hicimos fue perder cuatro años.

Durante todo este tiempo que Perú y Colombia nos llevan de ventaja, seguro que allá hubo más inversión local y más inversión extranjera por la sola posibilidad de poder llegar al bloque económico más grande del mundo. Y seguro que también se creó más empleo productivo.

Pero bueno, no tiene mucho sentido lamentarse por lo que no se hizo y es el momento de prepararse para la siguiente fase que es la revisión de los textos acordados, el posterior envío a los respectivos parlamentos para la ratificación y, finalmente, la entrada en vigencia del acuerdo, algo que podría ocurrir en los próximos dos o tres años.

Un mérito de este acuerdo es que con un solo tratado se abre un mercado inmenso, solo comparable con el mercado norteamericano. Ojalá continúe esta buena política y algún día negociemos un TLC con los EE.UU. Porque, por ahora, somos el único país de la costa pacífica del continente americano cuyos productos no tienen asegurado el acceso a ese, el segundo

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