A simple vista, parecería que los informes de Carlos Bernal y Fausto Herrera sobre la inversión hecha en la reconstrucción de las zonas destruidas por el terremoto del 16 de abril quedaron muy claros.
En cifras globales se han asignado USD 888 millones para la recuperación, aunque hasta ahora se ha gastado un 21%.
Durante toda la hora que duraron las dos exposiciones se escucharon y observaron una cifra tras otra, que más que aclarar dejaron más dudas e inquietudes, sobre cómo resurgen las poblaciones devastadas.
Si bien se dieron cifras, por ejemplo, de los 20 507 bonos para reparar o construir viviendas, no se logra dimensionar si ya hay casas construidas, en qué lugares, cuántas familias ya viven en ellas, cómo son y las dudas siguen. Bernal habló de más de 120, pero no se sabe en dónde están ni cómo son.
Talvez es muy pronto para imaginar cómo se reconstruyen las zonas afectadas; sin embargo, sí es necesario conocer en qué modelo de ciudades o sitios están pensando las autoridades, tomando en cuenta las dolorosas lecciones que nos dejó el devastador terremoto de 7.8 grados. Bernal tiene pendiente esa explicación, sobre todo si están de por medio las aportaciones que realizan los ecuatorianos, a través de varios impuestos de la Ley de Solidaridad.
Tampoco se avizora cómo se reactiva la producción y el empleo; lo único que tenemos son las cifras del informe trimestral.
Hasta ahora solamente conocemos lo que ejecuta el Estado, pero no lo que ha hecho el sector privado; es decir, no se ve si existe o no esa articulación de ambos sectores y qué resultados ha dejado esa unión.
El Comité de Reconstrucción y Reactivación Productiva aglutina a casi todos los representantes de los sectores de las provincias destruidas (Manabí y Esmeraldas) y se entendería que este ente nos tiene que contar cómo caminan lo público y lo privado.
Esperemos que en tres meses más el nuevo informe despeje las dudas.