“No es oportuno el Juicio al Fiscal”, se dijo, y seguramente bajo este argumento la maquinaria política oficial y la del propio Fiscal lo desmontaron con un imprevisto y adverso resultado político.
Seguramente los estrategas valoraron los costos en dos escenarios. Escenario 1: Juicio, pruebas, contrapruebas, cueros al sol, agudización de controversias entre miembros de Alianza País, escándalos en primera plana durante un mes, encuestas en el piso. Escenario 2: No juicio, fricciones, no exposición de pruebas, eliminación de contra pruebas, pocos cueros al sol, pocos titulares en la prensa, generación de un nuevo escándalo (¿orden de prisión para candidato presidencial colombiano Santos?) y olvido. Por lo tanto, eliminación de escenario 1 y ejecución del escenario 2.
Pero lo que no valoraron los estrategas del “archivo” es en que política lo inoportuno se torna oportuno cuando el tema se instala en la opinión de la gente. Y el tema se instaló. Formó parte desde hace semanas de los comentarios, preguntas, “dudas”, en las oficinas, en reuniones sociales, en el estadio, en todo lado. Entonces el juicio no se desarrolló en los salones del Palacio Legislativo. Se dio en las calles. El Fiscal fue juzgado y con él todos sus “abogados”, “atrasados”, “ausentes”, “abstenciones”, “voto dirimente”, los de Alianza País, del ejecutivo y de la Asamblea, los del PRE, Socialcristianos, Madera de Guerrero, Socialistas, PRIAN, Sociedad Patriótica. “El retorno de la partidocracia del siglo XXI” se dijo con desencanto y rabia. “Sin ética no hay revolución” repitieron con insistencia en una radio.
Pero además en la gente se agrandaron las dudas, que como espinas punzarán las conciencias de varios de los protagonistas de este hecho: ¿Por qué tanto temor a comparecer? ¿Qué intereses pudieron ser afectados con la comparecencia? ¿Cuál es la fuente de poder del sindicado para que lo defiendan voceros tan disimiles del oficialismo y de la oposición? ¿Qué sabe? ¿Qué hilos controla? ¿Qué casos judiciales “complicados” dependen de su decisión?
Todo esto se hubiera despejado en el juicio dejando tranquilos a todos. ¡Qué error no haberlo evacuado! Ahora, solo queda un territorio libre para la especulación y las dudas’ el problema es que hay dudas que matan’ en este caso la credibilidad y legitimidad, factores centrales de cualquier proyecto político serio.
Sin embargo, este hecho también no solo arroja dudas, sino certezas y aspectos positivos. Uno de ellos, que dentro de la Asamblea, en Alianza País y en otros sectores políticos, hay gente que se ha jugado por la verdad. Y eso es bueno saberlo para no dejarnos abatir y seguir luchando por el cambio, en sintonía con lo que hace más de dos mil años un revolucionario proclamaba: “Por sus obras los conoceréis”. Todavía es oportuno rectificar.