Un sofisma repetido incesantemente hasta convertirlo en verdad es un principio goebeliano y mecanismo de la propaganda, que sigue siendo utilizado con relativa efectividad, en apoyo de proyectos políticos basados en la manipulación de masas populares. Sin embargo, con el increíble desarrollo tecnológico de la multimedia actual, resultan más efectivos los elementos que utiliza la propaganda.
Un mensaje insólito y persuasivo, una imagen representativa y con gran visibilidad que infunda confianza en una audiencia ansiosa y cansada de un conflicto que aspira que se termine a cualquier costo, son los elementos ideales para que el vocero de las FARC, diga que sienten mucho dolor por las víctimas del conflicto armado y afirmen que no es política de la organización atacar a objetivos civiles. Que nunca en la historia de la organización han planificado una acción militar que afectara a civiles.
La explosión del collar bomba en la persona de Elvia Cortez, los secuestros de los aviones de Avianca y Aires, el vehículo bomba en el Club El Nogal en Bogotá y en Villarrica al Norte del Cauca, el cerco y ataque a la población de Mitú, donde destruyeron la totalidad de casas luego de 12 horas de combate. El bombardeo con cilindros de gas llenos de metralla a la población de Toribio en varias ocasiones, los múltiples secuestros extorsivos como el de la Iglesia La María de Cali. Más de 25 000 desaparecidos, 10 000 mutilados por minas. Según el Observatorio de Derecho Internacional Humanitario en el 2010, murieron 330 personas incluidas 27 niños en 68 masacres.
Ante el protagonismo del proceso de negociación de las FARC con el Gobierno de Colombia, las declaraciones de las FARC, no se quedan en una simple demostración de cinismo, sino que dan continuidad a su objetivo político, marcado desde el inicio de las negociaciones. Recuperar la imagen de lucha revolucionaria en un conflicto interno finalmente reconocido mundialmente. Ahora quieren suplantar la pavorosa realidad concreta con una imagen persuasiva y seductora, según la teoría de Baudrillard se busca incapacitar la conciencia ciudadana para distinguir la realidad de la fantasía.
Los subversivos se ven como luchadores populares, héroes de la patria, que defienden la democracia cuando ha llegado a su límite y no hay otra salida ante la tiranía que luchar por la justicia, la equidad y la soberanía. Por lo tanto, el único terrorismo que existe es el del Gobierno.
Ellos solo retienen a ciudadanos opositores de la lucha revolucionaria y reciben contribuciones. Los coches bomba, bombardeos con cilindros de gas, son tácticas de la asimetría de la guerra, ante un “enemigo” que no acepta las normas internacionales del combate, porque no les aceptan como fuerza beligerante.
“Para que no haya más víctimas se necesita paz”, ha dicho el Gobierno colombiano, pero ello no significa aceptar suplantaciones de la realidad, ni dar tribuna a una agenda que por cautivante y necesaria, sirva para burlarse de la esperanza y buena fe de quienes aspiran vivir en paz.