En teoría, cuando un país deja de tener moneda propia, debería poder prescindir de su Banco Central, pero la dolarización ecuatoriana fue tan especial que requirió la existencia del Banco Central del Ecuador (BCE). Por las mismas razones, es importante cuidar del Banco para que la dolarización siga funcionando.
La razón por la cual el Ecuador tuvo que dolarizarse con un Banco Central fue porque faltaban dólares para reemplazar todos los sucres que existían en enero del año 2000. En otras palabras, si se dividía para 25 000 todos los sucres que había en la economía, se necesitaba más de los USD 870 millones de reservas que tenía el BCE en ese momento.
La solución hubiera sido tener más dólares o dolarizarnos a algo así como 33 000 sucres por dólar, pero modificar la tasa de cambio era imposible (sobre todo después del anuncio en TV) y al Ecuador nadie le iba a prestar plata luego de la gran crisis de 1999.
Entonces había que encontrar una solución para dolarizar el país con pocos dólares y lo que se hizo fue convertir “completamente” a dólares sólo una parte de los sucres que había en el sistema. Al resto de los sucres, se los convirtió a dólares, pero se les dejó como “congelados” en el BCE.
Los primeros sucres que se transformaron en dólares fueron los billetes. Luego, transformar los depósitos bancarios a dólares fue fácil, pues la ley convirtió las deudas a dólares y el BCE tenía suficientes divisas para cubrir el encaje que los bancos habían depositado en él.
También se pudo transformar los sucres que el BCE había captado del público (en forma de Bonos de Estabilización Monetaria), pero faltaban divisas para canjear todos los depósitos del sector público en el BCE.
La solución fue que los depósitos del Gobierno en el BancoCentral se convirtieran en dólares, pero que no se los retire mientras no haya suficientes recursos para hacerlo. Eso dice, aunque de manera complicada, el artículo 2 de la Ley Trole.
Ventajosamente, a partir de enero de 2000, el precio del petróleo subió a más de USD 20 por barril, lo que le dio un inesperado ingreso de dólares al Banco Central y para mediados de ese año, ya podía cubrir una parte importante de los depósitos públicos.
En los años posteriores, el creciente precio del petróleo y los fondos de ahorro del Gobierno lograron mejorar aún más la capacidad del BCE para responder a los depósitos del sector público. El buen precio del oro también ayudó, pues casi la mitad de la reserva internacional está en oro.
El Banco Central, en esta dolarización ‘sui géneris’, cumple entonces con el papel de receptor de los depósitos del Gobierno y de cuidador del encaje bancario. La reserva internacional sirve justamente para cubrir esas obligaciones, por lo que su reciente caída resulta preocupante.