La divina envuelta en huevo

Aunque, en principio, esta expresión encantadora parezca difícil de entender, estoy segura, lector, de que usted captó su significado sin más trámite. Y si no, como la buena enseñanza debe acudir a la evidencia de los ejemplos, 'la divina envuelta en huevo' puede ser Cleopatra, o Elizabeth Taylor, y no pueden serlo 'por imposibilidad metafísica', como decía el padre Tello S.J., en sus bellas clases de ontología, la señora Merkel o doña Golda Meir… Si lo de 'divina' está claro, lo de 'envuelta en huevo' pide alguna explicación… Procede quizá de la culinaria cotidiana: cuando se rebozan en huevo la carne, el pescado, el guineo con queso -para hacer los riquísimos niños envueltos- la albúmina se desliza, se resbala, no penetra, sirve solo para iniciar el proceso de apanado con otra capa de harina, otra de leche y otra de miga de pan (con lo cual la toga de huevo se perdió para siempre) pero tal envoltura, en su delicadeza, posibilitó las otras cubiertas que exigía la preparación.

En cuanto a lo de la divina envuelta solo en la capa albuminoide, sin harina, ni leche, ni pan, sugiere sutileza, ligereza, resbaladiza huida…, y el interés que estas constataciones pueden despertar a partir de la ceñida diosa.

Vamos a la expresión completa, en femenino, que es "sentirse la divina envuelta en huevo", y equivale a nuestros "creerse la divina papaya" o "sentirse la divina garza". Y aunque usted no lo crea, muchos varones graves y solemnes se sienten la divina garza ¡he conocido a más de uno!, la divina papaya y hasta la mismísima divina envuelta en huevo. Vayan para ellos mis sentimientos de femenina adhesión, porque esto de 'considerarse alguien el más importante o el único en algo', requiere de muchísima imaginación.

El encanto psicológico y social de tales expresiones merece detenimiento. Por ahora es difícil, por falta de tiempo y espacio, llegar a este esmero; pero la falta de reflexión este momento es, apenas, 'pajitas que le caen a la leche', 'problema sin importancia', pues lo que queda, queda. Y para que quede, lo mejor es no abundar .

Pero ¿dónde encontrar tales expresiones? ¿Dónde ir a buscarlas juntas? ¿En qué lugar hallar, además de sus significados, las referencias y marcas gramaticales, de uso, y otras curiosidades atinentes a la palabra y la expresión? Solo los diccionarios registran, casi completas, estas maravillas. Y entre ellos, nuestro Diccionario de americanismos. De los diccionarios me atrevo a decir, con el inolvidable abuelo de García Márquez, que son libros que contienen todas las palabras y que jamás se equivocan, aunque -entre nos- ni contengan todas las palabras ni dejen, felizmente, de equivocarse, tal cual corresponde a hechura humana tan bella y deleznable como la atinente al entorno mortal de la palabra.

Suplementos digitales