Hace tres meses saludé con toda cordialidad en una cafetería de la González Suárez con el embajador Rodrigo Riofrío, un funcionario de carrera que hace poco se vio envuelto en un confuso incidente mientras compraba víveres en un supermercado de Lima.
Como todo lo que ocurre desde hace varios años, nos hemos acostumbrado a ver las cosas en blanco o en negro, jamás con matices. Vemos los acontecimientos con vehemencia, a favor o en contra, nunca con mesura, reaccionamos con virulencia y con muy poca cordura.
Por eso es tan difícil ahora formarse un criterio de lo que ocurrió en ese supermercado limeño, porque el video difundido por YouTube, con miles de reproducciones, es una pieza digna de cómo manipular. Los que hemos trabajado en televisión sabemos que durante la edición y dramatización de una pieza se puede incurrir en una serie de violaciones a la ética periodística.
Incluso, con la mirada fija en las imágenes y en la narración en off del presentador peruano, se advierte que lee algo completamente diferente de lo que las cámaras de seguridad del supermercado muestran. ¿Es tan difícil lograr la objetividad? Cuando se actúa con prejuicios es difícil ser objetivo. El presentador del video simplemente repitió lo que las mujeres supuestamente agredidas dijeron. Si por lo menos dejaba correr el video sin decir nada, para que los televidentes se formen su propio criterio, hubiese sido suficiente. Otras versiones sobre el mismo tema ni siquiera merecen un calificativo.
A guisa de ir a contracorriente de lo que mostró la televisión, yo vi algo diferente. Vi a una dama dar una bofetada a Rodrigo Riofrío. Vi al Embajador defendiéndose con una revista en su mano como quien espanta pájaros o mosquitos, pero no presencié una actitud agresiva. La pieza recrea, además, el estilo ‘Laura de América’ donde se ventilan desde adulterios hasta paternidades no reconocidas, es decir, culebrones televisivos donde se denigra a las personas.
Podrán decirme que un Embajador debe guardar el decoro porque representa al país. Es verdad. Pero ¿alguien ha pensado que, al igual que todos nosotros, el Embajador primero que nada es una persona, con virtudes y con defectos, que se puede estresar frente a una situación de peligro, que sufre, o que se alegra? Según el ex canciller peruano José Antonio García Belaúnde, el embajador Rodrigo Riofrío es un buen amigo de Perú, además considera absurdo que los dos países se distancien por un incidente mal analizado.
Si lo ocurrido en Lima sirve como experiencia, qué bueno, pero la lección debe ser para todos, que la televisión no manipule videos, pero tampoco que lo haga el Estado para perseguir a adversarios políticos. Que las opiniones ajenas sean respetadas, que se acepte a quienes opinen diferente a lo que piensa el poder, esto es tan normal en una democracia, pero a nosotros nos resulta tan extraño.