Los períodos de bonanza económica no duran toda la vida. Si América Latina tuvo durante los últimos años elevados niveles de crecimiento, la situación desde el 2014 tiende aún más a revertirse. De acuerdo con datos publicados recientemente por la Cepal, la economía de la región crecerá en un 1% en el 2015.
Buena parte de este descenso se debe a la estructura económica de cada país y a la forma de inserción en la economía mundial. En el caso de América Latina, su estructura económica se basa en la producción y exportación de materias primas. Por este motivo, buena parte del crecimiento económico se debió a los altos precios delcrudo, minerales y otros bienes primarios.
Con el fin del llamado el “superciclo” de las materias primas, los principales afectados serán los países sudamericanos como Venezuela, Brasil, Argentina, Ecuador, Colombia, Perú, Chile, entre otros. A diferencia del 2014, en el cual la economía venezolana entró en crisis, en el 2015 se juntan dos países de la región: Brasil y Argentina. Sus índices de crecimiento bordearán el 0,3%.
Previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) no garantizan una reactivación económica de América Latina, sino incluso pronostican que los precios de las materias primas se mantendrán bajos y que las exportaciones de la región pueden retroceder aún más si la demanda china tiende a desacelerarse.
La situación, en términos de inversión extranjera directa, puede complicarse también. Si suben las tasas de interés en los Estados Unidos, habría una salida importante de capitales y complicaría aún más el financiamiento empresarial.
Es curioso que a medida de que los índices de crecimiento bajan y las cifras económicas de la región se complican, los niveles de endeudamiento estén en aumento. Brasil tiene la deuda pública más alta de América Latina: 63,5% del PIB (2014). Le siguen países como Uruguay, Colombia, México y Argentina, que tienen niveles de endeudamiento del 36% al 44% del PIB. Ecuador, que hasta hace poco su nivel de endeudamiento estaba en el 16% del PIB (2009), en el 2015 cerrará con un 37,2% del PIB.
Da la impresión que la historia se repite. Estamos a punto de volver a vivir lo sucedido en los años ochenta y noventa. Aunque es posible superar este mal momento, se requieren decisiones técnicas acertadas y ponderadas. La Cepal, por ejemplo, ha sugerido aplicar políticas fiscales que estén encaminadas a promover la inversión productiva y no tanto para cubrir los “huecos” fiscales. En este sentido, una política fiscal adecuada podría ser reactivar la inversión y enfrentar así el actual contexto de desaceleración económica.
No obstante, es importante que se tome en cuenta la prioridad de diversificar la producción y aumentar la productividad para no seguir dependiendo de ingresos que generan los bienes primarios. Es decir, ir a un cambio de matriz productiva pero de manera consistente.
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