Diego Cornejo

El nombre de Diego Cornejo lo recuerdo desde la adolescencia, cuando me iba acercando a lo que sería mi destino: el periodismo.

Eran los tiempos de la revista Contrapunto, de editorial El Conejo y la revista La Liebre.

Años después llegamos a trabajar juntos en Diario Hoy y una época nos juntamos alrededor del proyecto de un libro que sería escrito a ocho manos.

Por iniciativa de Pedro Restrepo, padre de los dos niños desaparecidos por la Policía en enero de 1987, nos reunimos Simón Espinosa Cordero, Mariana Neira, Diego Cornejo y yo.

Pedro y Martha, tía de los chicos, nos proponían que el libro se dividiera en cuatro partes: la jurídica, la institucional, la política y la sentimental o afectiva.

Los seis, rodeados de miles de fotocopias de documentos, nos reunimos algunos sábados en largas jornadas de trabajo en las que yo, en particular, aprendí muchísimo de esos tres maestros del periodismo y del coraje y el valor de Pedro, un hombre ejemplar.

Penosamente, el proyecto no se concretó, pero Mariana siguió con el sueño y publicó‘El caso Restrepo, crimen de Estado’.

Un libro conmovedor, de excelente calidad periodística, que desmiente a quienes dicen que los periodistas no denunciamos y no seguimos el hecho.

Diego hizo algo distinto a Mariana, pero con la misma pasión: escribió la novela ‘Miércoles y estiércoles’, basada en el caso.

“Comparto la responsabilidad de esta novela con episodios de la ‘realidad objetiva’ a los que esta ficción se parece deliberada pero alegóricamente”, dice en el prólogo.

Y añade: “Quienes vivimos en el Ecuador entre 1984 y 1996 fuimos testigos de una historia de abusos, inquina y muertes, pero también de coraje y humanidad”.

Antes, en 1996, publicó ‘Crónica de un delito de blancos’, un libro de investigación periodística sobre el caso Dahik y el escándalo sobre los fondos reservados en el gobierno de Durán Ballén.

Como editor general en Hoy, Diego fue un referente de disciplina periodística, de pasión para debatir los temas y la agenda del día y de respeto democrático a las ideas del equipo que dirigía.

De él aprendí que el periodismo se construye en equipo y con reportería rigurosa y desprejuiciada. Que el periodista, esté en las funciones que esté, debe salir a la calle y escribir sobre la vida.

Malgenio y gritón cuando algo no salía bien o cuando algún elemento externo quería tocar su independencia periodística, se mantuvo siempre distante del poder político y de todos los gobiernos que criticó desde 1987 hasta el 2007, cuando se retiró del oficio.

Incansable creador, alista la presentación en España de su novela ‘Las segundas criaturas’ y pinta hermosas acuarelas con paisajes del Quito histórico. Y sigue siendo, como él mismo se define, un anarquista emboscado, un incrédulo, un indócil…

rdbuitron@elcomercio.com

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