La amplia reunión que tuvo lugar en Cuenca a la cual asistieron distintos actores políticos de la oposición al Régimen, que ya lleva en el poder largos y agotadores 9 años, es una noticia que llama la atención.
Es muy saludable la actitud de los diversos de aceptar juntarse en una mesa de diálogo, algo que la cultura política imperante en los últimos años parece desdeñar como valor superior de la vida democrática.
Un diálogo es un punto de partida. No supone ni un complot, ya que se hace a la luz del día; ni una conspiración, como la paranoia de ciertos actores que pretenden dominar la escena única; ni, tampoco, una entente para formar un frente común con un solo candidato presidencial para los comicios de 2017.
Que se hayan juntado líderes políticos de diferentes corrientes ideológicas solo es muestra de una cosa: la gravedad del momento que vive el país, la urgencia de salvar la balsa y evitar una debacle económica y la idea de sentar las bases de cambios políticos y legislativos que logren restaurar el Estado de Derecho desbaratado por el clientelismo populista y su cambiante puesta en vigor de normas muchas veces contradictorias, y, las más, concentradoras de un modelo autoritario.
En otros ámbitos, Concertación, que lidera César Montúfar, propone restablecer las bases del sistema democrático pensando en el poscorreísmo.
En cuanto a la cita de Cuenca, a muchos extrañó que el líder de Creo no haya asistido. Guillermo Lasso tiene un camino andado y unas encuestas en la mano que, según su interpretación, le confieren una posición favorable como candidato.
Lasso lideró Compromiso para oponerse con tenacidad y denodada lucha a las enmiendas constitucionales y buscar una legítima consulta popular. No lo consiguió. Si Lasso piensa que en su torno debe formarse un frente unitario está en su derecho. Los políticos de otras tiendas pueden aceptar esa condición u oponerse en forma democrática.
Para quienes quieran ver replicada la figura de la Mesa de Unidad opositora de Venezuela en el escenario ecuatoriano 2017, cabe animar una reflexión: no se parecen las condiciones de uno y otro país aunque algunos rasgos de su dirigencia y su discurso guarden similitudes.
No se ve factible en el mismo gabinete aPachakutik, Unidad Popular, Creo o los socialcristianos, por ejemplo. Podrían hasta ganar las elecciones pero el día a día posterior sería un infierno.
También han surgido cuestionamientos a la presencia de Ramiro González, de Avanza, en la cita de Cuenca. Es una postura algo sectaria ya que si se trata de fijar bases para rearmar el Estado de Derecho, enfocar algunas reformas legales y proteger la dolarización, ese prurito está demás y también sabe a excluyente.
González formó parte de este Gobierno pero el derecho a participar en foros, diálogos y acuerdos es de todos y, más allá de alianzas futuras, es parte de la cultura democrática que el país deberá reconstruir desde el 2017 en adelante.