El diablo en Carcelén

No fue, ni será la primera vez que el arte razona sobre temas vinculados a la religión. Desgraciadamente, muchos no se permiten razonar con la religión e incluso impiden que otros así lo hagan. Ejemplos en la historia no faltan, la Santa Inquisición se cebó con los artistas. Y, frente a la rigidez dogmática de la Edad Media, fue precisamente en el arte donde se inició la revolución cultural del Renacimiento -que reinterpretó la importancia del ser humano y reemplazó el teocentrismo medieval por el humanismo. Esta última corriente intelectual estuvo detrás del diseño de los derechos fundamentales, la libertad de expresión, etc.

Dada la rigidez de los dogmas religiosos, es previsible que -a pesar de ser cinco siglos desde el Renacimiento- todavía haya individuos que se opongan al arte que razona con la religión. Pero lo que es inconcebible y mágico-realista es que por intereses electorales el poder público restrinja el arte y la libertad de expresión.

Damián Pérez tuvo que sacar su exposición del centro Nido de Vidrio en Carcelén cuando el Observatorio Católico pidió al Municipio que la detuviese. Para empaparme del asunto me contacté con el artista y fui a analizar su obra.

El arte de Pérez se centra en la reinterpretación de los íconos desde la cultura pop. No se trata de una crítica a la religión católica -su trabajo se extiende a varias religiones-, sino una reflexión sobre las imágenes y representaciones.

Ni siquiera podría calificarse de sacrílego puesto que no manipula las imágenes existentes, ni deforma verídicas estatuas religiosas. Evidentemente el parecido no es accidental o involuntario, pero la asociación entre la obra del artista y los íconos religiosos ocurre en la mente del espectador.

Su obra se encuadra perfectamente dentro del concepto de Hegel de la belleza. La justificación de la belleza está en el sentido. El arte tiene la capacidad de expresar un concepto no a través de un aburrido párrafo o discurso sino a través de una representación estética. Cada pieza de Pérez tiene una historia detrás que explica su sentido, de tal manera que no se trata de una burda provocación.

Parece que el sentido hegeliano de la estética le importa un rábano al Alcalde, le importan los votos. Pérez me transmitió un video donde los funcionarios que detuvieron la exposición declaran "Para el mismo Alcalde es contraproducente esto, un tema político".

Artistas quiteños, ¿quieren exponer? Entonces, hagan arte políticamente correcto y electoralmente rentable.

Es normal que algunas sensibilidades se afecten, es precisamente lo que suele ocurrir con el arte; lo grave es que los poderes públicos actúen. Algunos moradores habían declarado que el diablo estaba en Carcelén; pues si nuestra expresión artística tiene esos enemigos, el mal está en otra parte.

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