@flarenasec
Lo dije en la Red: Conozco personas que han sobrevivido a la realidad de pasar 24 horas sin servicio de Internet, sin Facebook y sin Twitter. Casi simultáneamente la ‘tuitósfera’ se conmovió por un mensaje enviado desde la cuenta de la agencia EFE: “#RajoyMariquita condena el asesinato del ciudadano francés y envía las condolencias a Hollande”. El ‘hashtag’ o etiqueta con esa referencia al Presidente del Gobierno de España generó reacciones desmesuradas.
La velocidad es una de las principales ventajas (o desventajas) que tienen las denominadas redes sociales. La Agencia ofreció rápidamente disculpas por el desatinado mensaje y Mariano Rajoy aceptó, incluso pidió olvidar la anécdota porque no representa la profesionalidad ejemplar de EFE. Con esto el incidente no duró más que la mitad de una jornada laboral.
Hace pocos días el periodista y escritor hispano Jorge Ramos entrevistó al Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, quien reveló algo que en la actualidad llama la atención: “No tengo Twitter, no tengo Facebook, no contesto el teléfono y no abro la puerta”. El gran escritor peruano tampoco usa Google, pero cuando necesita consultar algo recurre a las enciclopedias y a los diccionarios (todos de papel, por si acaso).
En esa entrevista, distribuida a través de The New York Times (Syndicate), Vargas Llosa dispara así: “La modernización para mí es una pesadilla. El 80 o 90 por ciento de los tuits son adefesios, tonterías, cosas de ociosos. ¿Se puede decir ‘tuitear’, ‘bloguear’ y ‘facebookear’? Suena horrible, me parecen malas palabras, obscenas, vulgares”.
¿Cuánta razón tiene el escritor? Las redes sociales, a veces, son tomadas con demasiada ligereza porque se escriben verdaderos adefesios. No siempre se debate con educación, los troll se ocultan en el anonimato para atacar despiadadamente a quienes critican o escriben opiniones diferentes. Es cuestión de sentido común, no es mejor tuitero el que más seguidores tiene, tampoco el que escribe el mayor número de mensajes.
Hemos visto en la Red unos disparates para llorar. Algunos confunden tirios con sirios, otros, especialmente políticos y políticas, envían mensajes rebuscados o cursis. A veces lo hacen tan mal que al rato tienen que recurrir a la mentira más infame que se conoce en las redes: “Mi cuenta fue ‘hackeada’ (pirateada sería más apropiado en español)”. Lo que fue inventado como la panacea para la globalización se ha banalizado tanto que ya no tiene el mismo efecto inicial.
Un tuitero que se identifica como ‘Un médico de familia’ escribió así: “¿Cómo ganar dinero con Twitter?: 1. Ir a configuración. 2. Pulsa desactivar cuenta. 3. Ponte a trabajar”. Existen días de no fumar, de no usar el automóvil, etc. pero nadie acata, por eso propongo un día sin Twitter o sin tuitear para que tampoco nadie haga caso.