Amaneció soleado. Enciendo la televisión para ver el mismo programa temprano de entrevistas con los mismos problemas de la última semana. Siempre la política como protagonista y varios corruptos como actores de reparto en un supuesto guión de persecución política.
Luego del desayuno el insoportable tráfico de las 8. Pero la costumbre lo hace soportable. Ya no manejo solo el carro, tengo que manejarme a mí también para mantener la calma. Prefiero alguna estación radial de música ligera. Mi mente se vuelve sorda a la música cuando los temas que me preocupan la superan. Comienzo a depurar la información acumulada esperando un cambio de luz en el semáforo. Que el país es un desastre económico. Que no había tal bonanza. Que la impunidad es mayor a la corrupción, por eso la alienta. ¿Qué pasa con los valores que nos enseñan de niños y adolescentes tanto en casa como en el colegio?
Nunca compré lo del milagro ecuatoriano. Bastaba un poco de sentido de común para saber que la economía se sustentaba por un momento global excelente en precios del petróleo, pero el gobierno se sintió auto suficiente y aseguraba que iba a durar muchos años. Exceso de confianza y ciclo alto confundido con milagro, fueron la razón fundamental para el alto endeudamiento actual, el Estado inflado, y recesión, cuando el ciclo terminó.
Un desesperado me pita para arrancar de nuevo. Cambió la luz a verde. Ahora me pitan 12. Sigo antes que me insulten. Esta exasperación es efecto del mal ánimo, o pésima energía que se siente en mucha gente. No en todos, pero en muchos frustrados que sus negocios no van bien o ya cerraron, o el que tenía empleo y ya no lo tiene, o el que busca emprender algo pero no le sale nada.
Llego a mi destino. Me involucro en una reunión con gente positiva que en la crisis quieren ver oportunidades. Pero donde están estas, pregunta un escéptico? De las tendencias y los problemas no resueltos, es la respuesta.
El Ecuador necesita dólares, responde alguien. Dos sectores exportadores son vitales: camarones, agro-industria. Otros son turismo, infraestructura logística que soporta el comercio; la construcción por su efecto en el empleo; los servicios en salud, educación, bienestar. Es necesario ver estos sectores como cadenas, clusters, soluciones, no como productos, y saber en qué parte puedo contribuir con mis capacidades y redes de contactos. También mirar tendencias en la tercera edad, migrantes, mayor participación y empoderamiento de las mujeres, cambio climático, energías limpias, etc. Una vez definido lo anterior, preparar un buen proyecto, y presentarlo bien a personas que quieran y puedan formar parte. Un día de estos, de la frustración puede salir una buena idea para un mejor futuro. Que el pesimismo no pare nuestra creatividad y emprendedorismo.
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