Camino junto a distintas personas que se dirigen hacia la Plaza de Mayo en el centro de Buenos Aires. Es 17 de Octubre y los peronistas celebran el Día de la Lealtad. Recuerdo que en esa fecha, en el año 1945, el pueblo argentino salió en respaldo del coronel Perón, que días antes había sido removido de sus funciones de Vicepresidente de la República y de Secretario de Trabajo y Bienestar Social, y se encontraba preso en la Isla Martín García por órdenes del Presidente de facto de Argentina. El pueblo se movilizó sin convocatoria. “La cosa viene sola”, al decir del abogado~historiador Félix Luna.
Este autor, en su obra El 45, Crónica de un Año Decisivo, transcribe a Leopoldo Marechal quien ese día de Octubre de 1945, cuenta que: “Me uní a la multitud que avanzaba rumbo a la Plaza de Mayo. Vi, reconocí y ame a los miles de rostros que la integraban: no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder”. Ese día se copó la Plaza, y sus ocupantes no se moverían hasta que no se les presentare al coronel Perón. “En realidad, la idea de volcarse sobre la Plaza de Mayo brotó espontáneamente en el seno profundo de las masas populares, porque de otra manera no hubiera podido surgir SDRq .
El 17 de Octubre de 1945, el coronel Perón fue llevado frente a los que Evita llamaría, años más tarde, los “descamisados”. En aquella oportunidad les pidió retirarse de la Plaza. Él estaba libre, lo que la multitud exigía. La gente salió sin desmanes ni vandalismo. El líder se consolidaba frente al pueblo invisible.
Viendo el jueves anterior a los “voluntarios” asistentes a la Plaza de Mayo, llevados en colectivos, con dirigentes que les decían las arengas que debían repetir; cuándo movilizar las banderolas y dónde juntarse a la salida (me imagino los choripanes con los que los alimentarían), me di cuenta que en la actualidad, en la mayoría de los casos, las masas se mueven por necesidad, miedo, interés. Por campañas que son planificadas por los nuevos líderes y su equipo de marketing. No van con alegría ni decisión. Desconocen, la mayoría de ellos, por qué están allí. Sus rostros reflejan desconcierto.
La Plaza de Mayo no se llenó el pasado 17. Tanto es así que pude movilizarme sin problema por su interior. Me quede hasta que, una hora después de iniciado este “magno” evento de lealtad al líder, la gente empezó a abandonar el lugar. Los líderes de décadas anteriores, pensé, eran el fruto de un trabajo reconocido espontáneamente por las masas. El pueblo se movilizaba sin la motivación de una recompensa, lo hacía por convicción e idealismo .
Hoy los líderes se “venden” como cualquier producto de consumo masivo, con la diferencia que una vez “comprado”, es difícil que sea bueno.