El día después de mañana

Ojalá que ganadores y perdedores hayan visto la película cuyo final, luego de muchos sufrimientos, culmina con un brillante amanecer para asumir el reto de la reconstrucción de una parte del mundo destruida por las tormentas y los hielos.

En nuestros lares, después del domingo hay que asumir también el reto del "día después". Es verdad que la vida continúa, pero es necesario anotar detalles que luego pueden servir para interpretar con mayor solvencia los procesos. Hay que empezar por anotar que por primera vez los datos de las encuestas "exit polls" sirvieron de base sólida, para los abrazos, los vítores y las primeras lágrimas. No esperaron los recuentos para los principales resultados y las impugnaciones quedaron relegadas para los votos de concejales a la espera de los resultados finales.

Luego, se comprobó que resultó errada la estrategia oficial de trasladar los escenarios locales al nacional. Se calculó que con la exuberancia de recursos y la presencia del líder era suficiente para penetrar en los reductos seccionales; no fue así, y menos cuando en la desesperación de los últimas horas dirigentes, legisladores y funcionarios se lanzaron enloquecidos a la arena de la lid electoral; tan fallida experiencia solo demostró que cuando existe una prepotente estructura piramidal, luego de la cúspide, el resto no pasa de ser pequeñas estaturas en el argot de Alfredo Pareja Diescanseco.

De igual manera también sería equivocado si los ganadores no oficiales aspiran a que los triunfos locales sean una señal de adviento para futuras competencias. Estarían equivocados, pues los resultados no han alterado la dinámica del poder hegemónico. Deben diferenciar en el plano de la realidad lo que es ganar una batalla y tener pendiente el resultado de la guerra.

En la difícil lectura del futuro político del Ecuador. Al momento solo pueden esbozarse dos escenarios: la radicalización gubernamental o un sereno statu quo.

Respecto a una radicalización del Gobierno, solo estaría sustentada en la ira y el despecho por una derrota política de una extensión jamás prevista. Sería un camino muy peligroso minado de confrontaciones duras; equivaldría a multiplicar en diferentes ámbitos la reacción, protesta y resistencia de los médicos frente al nuevo Código Penal.

La segunda opción puede ser más provechosa y acorde al cambio político producido. Implica que se reconoce identidades locales y seccionales que parecían desaparecidas. Se mantiene un margen aceptable de autonomía que no debe afectar a la planificación estatal, especialmente a los proyectos relacionados con la nueva matriz productiva.

Ha culminado un proceso electoral que fortaleció a la democracia ecuatoriana. No se vislumbran cambios importantes, salvo en Alianza País donde se convocarán a los chamanes más experimentados para una purga de la que no estarán excluidos los ortigazos y el baño con agua helada.

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