La devaluación de la palabra

Cuando cursaba los primeros años de educación secundaria, le veía a mi padre que algunas tardes, después del almuerzo, ocupaba sus lecturas en las páginas que, después de la lectura diaria matinal del periódico EL COMERCIO, volvía a releerlas. Respondió, algún día, que eran artículos de opinión para entender lo que acontecía, y también lo que hacía el Gobierno.

Han pasado varias décadas y la prensa escrita se ha diversificado a escala nacional y local, en forma paralela al número de lectores que son millares, y a pesar del acceso a Internet.

Quienes, mediante técnicas modernas de encuesta, determinan la aceptación que tienen las noticias o mensajes desde el poder o de dirigentes políticos, difunden los porcentajes de la influencia que ejercen en el seno de la sociedad, en la escala del 1 a 100. Cuando cruzan el 50% ya tienen popularidad. Lo que todavía no ha sido objeto de medición es "el nivel de influencia" que ejercen los artículos de opinión o los dibujos, trazos y cortas frases de los caricaturistas. Esos datos serían básicos para conocer la asimilación que esos pensamientos escritos o dibujados tienen al nivel de las masas para que éstas entreguen sus votos y los líderes lleguen al poder y lo mantengan en el tiempo.

Estos dos ámbitos de la noticia y de la opinión son fundamentales para llegar y conservar el poder político, junto al sector mediático de los medios audiovisuales cuya prioridad ostenta la TV y luego las emisoras. Al cubrir esos dos campos, esas cifras estadísticas reflejarían, más o menos fielmente, la voluntad que expresan los votos entregados a las urnas en las contiendas electorales.

Aclaremos: 1º. Esos procesos son más idóneos en países que practican la democracia asentada en la independencia de las tres funciones: Ejecutiva, Legislativa y Judicial, y sus sociedades tienen garantías ciertas para ejercer las libertades de asociación, de expresión, de prensa y sobre todo de opinión. Y lo más importante, que quienes ostentan el poder político no dominen esos espacios en proporciones de agotamiento, frente a otros medios que han crecido en el desarrollo histórico-institucional como pueblos.

2º. Cuando no hay esa necesaria información para equilibrar el pensamiento oficial, que emana todo poder político, las bases sociales se encuentran condenadas a aceptarlo inexorablemente, y llegan al apoyo emocional, porque "la multitud es influenciable y crédula, carece de sentido crítico y lo inverosímil no existe para ella" afirmaba Freud, y agregaba que ante ella es inútil argumentar lógicamente, y será preciso presentar imágenes de vivos colores y repetir una y otra vez las mismas cosas. Por eso, al ser convocadas las masas a procesos electorales, otras fuerzas contrarias -el pluripartidismo- están anuladas por esa sumersión emotiva.

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