En 2008 el actual Gobierno firmó un convenio para el pago de la deuda al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, que, según este organismo, ascendía a 2 500 millones de dólares, pero impuso su criterio de que, según sus cuentas, solo sumaba 858 millones. Se dijo entonces que esa morosidad atávica era cosa del pasado.
Pero la historia se repite: desde mayo del 2010 nuevamente se acumula la deuda por concepto del 40% de las pensiones y la atención médica a los jubilados, que el IESS afirma que suma ya 2 407 millones de dólares y sigue creciendo, y el Ministro de Finanzas, ‘para variar’, anuncia que dos comisiones técnicas, integradas por delegados del IESS y de los ministerios de Finanzas y Salud, están estableciendo el monto… Y la verdad es que hay la sensación de que se hace poco o nada para exigir el pago.
Expertos en seguridad social opinan que la mora del Estado impide que se cumpla el alza anual de pensiones a los jubilados, por lo que el año pasado tan solo se hizo un incremento equivalente a la inflación. Así mismo, ocasiona que el Banco del IESS no cuente con recursos suficientes para llevar adelante su programa de inversiones, con lo que se restringen los sueños de muchos afiliados de recibir un préstamo hipotecario para adquirir su vivienda propia.
El convenio del 2008 contempla también que el Estado se compromete a pagar y financiar el déficit actuarial del IESS, que se calculaba en 3 700 millones de dólares en el año 2003; la OIT presentó un informe a fines del 2008 pero se lo mantiene en secreto y hasta ahora no se sabe, a ciencia cierta, la realidad en ese campo.
Mientras tanto, los afiliados y los jubilados siguen quejándose a diario del pésimo trato, algunas veces humillante, que soportan para conseguir una consulta médica, ya que, si bien han sido ampliadas y mejoradas las instalaciones de algunas casas de salud, resultan cada vez más insuficientes y se ven más abarrotadas por el incremento geométrico del número de beneficiarios, que han aumentado de un millón y medio a dos millones y medio el año pasado y se prevé que sumarán 800 000 el presente año, con la consiguiente alza de los aportes pero también de las diversas prestaciones.
Surge la pregunta ingenua y repetitiva: ¿Por qué no se destina una buena cantidad de las multimillonarias inversiones que tiene el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social en obras petroleras e hidroeléctricas, bonos del Estado, etc., que no constituyen su función específica, y la destina para la construcción de grandes hospitales y la dotación de médicos suficientes para la eficiente atención a sus afiliados y, en especial a los jubilados, que son los dueños de esa institución teóricamente autónoma, pero que, en la práctica, sigue siendo una especie de caja chica, o mejor dicho, caja grande del Gobierno?