Los recientes cambios en el gabinete del Presidente son una señal de que luego de un año de funciones, el gobierno se ha decidido por la vía del pragmatismo en el manejo económico y por el reconocimiento del importante rol del sector privado en el desarrollo nacional. El nuevo ministro de Economía inyecta un aire fresco y esperanzador de la forma en que el Gobierno afrontará los retos para revertir la grave situación.
Uno de los objetivos plausibles del ministro Martínez es la atracción de inversiones, que las ha reconocido siempre como instrumento necesario para el crecimiento económico y generación de empleo.
Una adecuada articulación entre las áreas económica, productiva y de relaciones internacionales es clave para enviar un mensaje de estabilidad y coherencia a los mercados internacionales, que ya han comenzado a reaccionar positivamente ante los primeros anuncios. La atracción de inversiones debe destrabarse con acciones serias y consistentes, que generen credibilidad y seguridad a los capitales nacionales y extranjeros.
La figura de la Alianzas Público-Privadas- APP- se torna prioritaria para reforzar el catálogo de inversiones del país. Sin embargo, tal como están estructuradas en este momento no son efectivas ni eficaces. Una reforma para simplificar la aplicación de la figura tornará más interesante a la inversión extranjera, que todavía prefiere mirar a otro lado, entre otras cosas, por lo engorroso y complicado que resulta su aplicación.
Por otro lado, la política internacional ecuatoriana, con nuevo titular en la Cancillería, debe apuntalar el crecimiento económico a través de gestiones técnicas externas que atraigan a nuevas empresas. La renegociación de los tratados bilaterales de inversión, para garantizar seguridad al capital extranjero y la solución ágil e independiente de eventuales controversias, es un tema de significativa prioridad.
El Ecuador debe decidir prontamente su adhesión a la Alianza del Pacífico. No puede seguir aislado en un mundo dinámico, en donde los avances en materia de innovación tecnológica son cada vez mayores. La Alianza no solamente constituye el 40% del destino de toda la inversión extranjera que llega a América Latina, sino que además avanza rápidamente en la elaboración de políticas comunes para atracción de emprendimientos a nivel mundial, buscando que los nuevos jóvenes empresarios de distintas partes del planeta consideren a sus países miembros como un lugar atractivo para emprender, transferir sus conocimientos y consecuentemente generar empleo.
Hay que destrabar y agilitar los procesos destinados a atraer inversiones. La confianza y coherencia en las políticas públicas serán claves para lograrlo. Los aires frescos en el gabinete son motivos para estar optimistas.