El buen estado de la relación bilateral, puede medirse de diversas formas, y los vínculos en materia de defensa desde siempre han ocupado entre Chile y Ecuador un lugar de privilegio, no sólo por compartir realidades similares, sino por la visión cercana en varios aspectos de la agenda internacional. Una expresión de ello ha sido la participación de mi país en la “Misión de Asistencia a la Remoción de Minas en América del Sur” (Marminas), la cual ha estado en ejecución desde el año 2003 y que este 17 de enero de 2014 finaliza.Esta misión militar, de desminado humanitario en la frontera ecuatoriano-peruana, contó con el auspicio del Programa de Acción Integral de la OEA y la Junta de Defensa Interamericana (JID) y nació a solicitud expresa del Gobierno de Ecuador de la época.
El contingente militar que participó en dicha misión estuvo integrado por efectivos de Honduras, Nicaragua, Brasil y Chile y su estructuración fue resultado directo de la “Misión de Observadores Militares Ecuador-Perú” (Momep), creada luego del grave conflicto del Cenepa, en donde cuatro países –entre ellos Brasil y Chile- fueron garantes. El resultado de la labor de esta misión en sus 10 años de existencia, se resume en el despeje de áreas en la frontera, en la destrucción de minas antipersonales y en la formación de capacidades locales para ese fin.
Además de esos resultados tangibles y significativos, se ha logrado crear confianza y armonía entre los países involucrados y entre sus respectivas Fuerzas Armadas, lo que ha contribuido, en definitiva, a crear un clima fraterno y de vínculos permanentes, propicio para la comprensión de lo que significa realmente la integración regional.
Por ello, es de la mayor importancia agradecer a todos los países participantes, a sus autoridades y a sus soldados que integraron Marminas, pues desarrollaron una labor profesional de excelencia, con valentía, entusiasmo, desinterés, y mucho amor, comprendiendo que la tarea militar también es útil para consolidar la paz y avanzar en el desarrollo y bienestar de los pueblos.
Al partir, con la satisfacción del deber cumplido, se siente nostalgia por alejarse de un lugar en el que hubo desempeño eficiente, conjuntamente, con la implementación de una función tan relevante para dos países hermanos. Lo hicimos a cabalidad, pues asumimos en nuestro cometido que somos ciudadanos de una misma América. Hoy despedimos y agradecemos a los soldados brasileños y chilenos que la conforman en la actualidad, lo que me lleva en nombre de mi país y también en el de Brasil, a decir muchas gracias hermanos ecuatorianos por habernos invitado a ayudarles en la tarea de construir un mundo mejor para todos.