Las situaciones de crisis internacionales que han llegado inclusive a la guerra para su resolución, cuando no han sido superadas las causas que originaron el conflicto, tienden a repetirse con la misma o mayor intensidad de violencia que las caracterizaron en su época.
El fundamento de este aforismo puede encontrarse en la declaración del presidente ruso Putin, cuando refiriéndose al colapso de la URSS, manifestó que fue el mayor desastre geopolítico del siglo.
Para contener esos avances sociales, se trazan megaproyectos políticos, con liderazgos autocráticos que toman decisiones anómicas, es decir, al margen de las leyes y del derecho internacional para utilizar la violencia de forma discrecional, pretoriana y brutal.
Para superar el desastre geopolítico, Rusia ha roto las reglas geopolíticas de Europa, quebrantando la estructura de seguridad europea que está basada en el acuerdo de que las invasiones nunca vuelvan a ocurrir, según lo manifestó Carl Bilt, canciller de Suecia, desconociendo que la paz europea se basa en el respeto a las fronteras, principio que no cuaja con utopías como la ciudadanía universal.
La expansión territorial, cambio de fronteras y búsqueda de la dominación regional mediante la fuerza, se realizó para mantener la posición estratégica de Crimea, para el control de las líneas de abastecimiento en los cuatro mares y para contener a sus antiguos países satélites que han perdido la confianza en Rusia y conocen de cerca el irrespeto de leyes, el autoritarismo y la búsqueda de un enemigo externo, llámese OTAN o Unión Europa, para implementar su proyecto político económico, como la Comunidad Euroasiática a ser expandido a los países del Cáucaso.
Por otra parte, en Medio Oriente el desastre geopolítico es una consecuencia de la Primera Guerra Mundial, cuando Francia y Gran Bretaña se dividen las jurisdicciones territoriales, se asumen protectorados y designan administraciones internacionales. El Acuerdo Sykes Picot es ratificado por la Liga de las Naciones y el Tratado de Sevres de 1920.
El panislamismo no obstante el fin del imperio otomano, fue contrabalanceado pensando en un futuro sin hegemonía islámica, mediante el trazo de fronteras artificiales, sin obedecer a la naturaleza de tribus, etnias ni sectas, promoviéndose el panarabismo.
Ante este mundo árabe creado por las potencias europeas, es que Abu Bakr Al Bagdabi, autodenominado Califa, trata de reemplazar mediante una reivindicación territorial, y político religiosa de dominación sunita radical, siguiendo un jihaidismo violento y brutal, con apoyo de los grupos islámicos armados del Al Qaeda, al que disputó el liderazgo. Su objetivo es la reconstrucción del imperio musulmán bajo la figura del Estado Islámico de Iraq y el Levante EI, que se rija por la sharia, en desafío a los países islámicos chiitas y árabes.